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John Taylor Gatto
Al cole, sin salir de casa
Media docena de familias gallegas educan a sus hijos en el hogar
ANA RAMIL / A CORUÑA
El salón hace las veces de aula; leer la prensa forma parte de los deberes diarios; los libros de texto no son más que una guía para ampliar conocimientos y los padres se desdoblan para convertirse en maestros. La educación en casa es una opción no contemplada en la legislación española pero que ya practican más de 150 familias en todo el país, media docena de ellas en Galicia, según los últimos datos de la Asociación para la Libre Educación (ALE), que engloba a todos aquellos padres que deciden no escolarizar a sus hijos para formarlos sin salir del hogar. "Andalucía y Cataluña son las comunidades con más socios mientras que en otras como Galicia, Baleares o Valencia hay seis casos", indica la presidenta de esta organización, Sorina Oprean.
La actual Ley de educación no regula este tipo de enseñanza, un vacío legal que, en ocasiones, lleva a estos padres ante los tribunales al ser denunciados por no escolarizar a los pequeños. Algo que, según los defensores de este sistema, sólo ocurre en España. "Este método educativo existe desde que existe el ser humano y está reconocido en toda Europa. En otros países está muy extendido pero aquí es todavía una minoría", indica Oprean.
Quienes apuestan por esta enseñanza argumentan que educar en casa es todo ventajas ya que se adapta mejor a las necesidades del niño, es un sistema más flexible y los contenidos no vienen marcados sino que se fijan en función de los intereses de cada alumno. "Es una forma de enseñar muy personalizada. En el colegio se sigue un ritmo que hay niños que no pueden llevar y por eso muchas veces quienes deciden educar en casa son padres de niños hiperactivos, acosados o disléxicos que no han recibido la atención necesaria en el centro escolar", resalta Oprean.
Educación adaptada
Al tratarse de una enseñanza no regulada existen tantos modelos como progenitores. En el caso de la presidenta de ALE, madre de dos hijos de 13 y 11 años, la educación de los pequeños parte de los libros de texto convencionales para complementarlos con libros, filmes, internet y mucha conversación. "El aprendizaje conversacional es muy importante y en los colegios apenas se hace hincapié, es buena la interacción adulto-niño", indica y añade: "Nosotros partimos de los conocimientos de la enseñanza reglada pero fomentamos que a partir de ellos busquen nueva información basada en sus intereses".
Oprean reconoce que su familia ha tenido suerte "y en nuestro entorno todo el mundo ha entendido nuestra posición" pero no siempre es así. La mayor parte de los detractores alegan la falta de sociabilidad de estos niños que, al no asistir al colegio, apenas tienen relación con otros pequeños de su edad. "Desde siempre las personas se han socializado en su entorno más inmediato, la familia (hermanos, padres, abuelos, primos...), vecinos y amigos. Los que se educan en el hogar tienen más tiempo para convivir con personas de distintas edades y condiciones, en lugar de estar sometidos a la convivencia con iguales con uno o pocos referentes adultos durante la mayor parte del día", indica la Asociación para la Libre Educación en su web.
Pero el deseo de una educación casera choca con la realidad cuando los alumnos necesitan incorporarse al mundo laboral o ir a la universidad. "Como es una enseñanza no reconocida, nuestros hijos no reciben un título al terminar el equivalente a Primaria o a Secundaria", resalta Oprean. Añade que "para sacar el título de Secundaria por libre deben esperar hasta los 18 años y el Bachillerato, hasta los 20".
Por ello, la mayoría de estos niños desescolarizados terminan acudiendo al instituto o se matriculan en un colegio a distancia que, en ocasiones, se puede encontrar incluso fuera del Estado.
Los defensores de la educación en casa exigen que este sistema se legalice en España pero mientras no lo logren deberán seguir compareciendo ante los tribunales debido a las denuncias por no escolarizar a sus hijos.
En general, los menores no se percatan de forma directa del estrés que supone estar denunciado
bilbao.Desde muy pronto, Sonia Oprean y su marido, de origen rumano, tomaron la decisión de educar a sus dos hijos en casa. Este es el testimonio de una de las mayores conocedoras del movimiento homeschool en el Estado: |
Cuando el colegio empieza en el momento que papá y mamá deciden
20minutos.es DIANA SÁNCHEZ. 14.09.2009 - 08.08 h
- Muchos padres optan por no escolarizar a sus hijos y educarlos en casa.
- El matrimonio Branson-Sánchez fue acusado de abandono del hogar.
- "Un niño educado así es un niño burbuja", dicen los profesores.
- "Es importante que interactúen con otros", dicen los psicólogos.
La cuenta atrás ha finalizado. Muchos niños y niñas regresan estos días al colegio. Solo una minoría comienza las clases cuando papá y mamá quieren. Son los alumnos que estudian en casa, tutelados por sus padres, que han decidido no inscribirlos en ningún centro educativo.
No existen cifras de cuántos son, aunque son muy activos en Internet, donde comparten recursos y vivencias; pero oficialmente no existen para el Ministerio de Educación.
Las razones que argumentan los padres para optar por esta forma de enseñanza son variadas. Algunos, como los que se engloban en Educandoenfamilia, buscan “una educación personalizada y completamente flexible en espacio, forma y tiempo”. Otros, como las familias reunidas en la Asociación para la Libre Educación, entienden que “la educación debe responder a un abanico de necesidades” y buscan cambiar el marco legal actual, de manera que esta forma de enseñanza reciba el reconocimiento del que goza en países como Francia, Inglaterra o EEUU, donde el homeschooling está ampliamente establecido.
"Educación es sinónimo de escolarización"
La situación en España es de vacío legal. Por un lado, el ministerio de Educación “no contempla la escolarización en casa” y habla de “una escolarización del 100%” para justificar la falta de un registro de las familias que educan a sus hijos en casa. “La escolarización en España es obligatoria, lo dice la LOE, y además esta escolarización se entiende como relación con otras personas” explican a 20minutos.es desde el ministerio. Es decir, la educación sería sinónimo de escolarización, sinónimo a su vez de socialización.
Padres denunciados
Sin embargo, los padres apelan a la Constitución Española y a la Declaración de Derechos Humanos para hacer valer su derecho a elegir libremente la educación que consideren mejor para sus hijos. Estas posturas, aparentemente enfrentadas, provocan situaciones conflictivas y denuncias que se archivan, precisamente por la falta de regulación al respecto. Hace unos meses un matrimonio de Irún, los Branson-Sánchez, adquirieron cierta notoriedad al tener que hacer frente a una denuncia de la Fiscalía de Menores del País Vasco. Ketty Sánchez y Michael Branson, que regentan una academia de idiomas en el centro de Irún, fueron acusados de abandono del hogar y de desobediencia a la autoridad por educar a sus cuatro hijos, de 7 a 14 años, en casa. “Fueron acusados de abandono del hogar y desobediencia a la autoridad por educar a sus hijos en casa”
Su caso fue archivado porque la Fiscalía entendió que “la no asistencia a un centro educativo oficial contraviene normas de carácter administrativo, pero no penal”, además se les reconocía que su forma de educar no implicaba que estuvieran dejando de cumplir sus deberes como padres. Para la Fiscalía tampoco quedaba demostrado que pudieran “perjudicar el futuro de sus hijos”.
Ketty Sánchez atiende a 20minutos.es por teléfono. Su odisea judicial se cerró después de tres años; pero el debate sobre su opción de educar a sus hijos en casa sigue abierto. “La gente del País Vasco ha entendido bastante bien lo que hacemos; ve que somos gente normal, que tenemos un trabajo, que nuestros hijos tienen una educación, se han abierto de mente”.
Para Ketty, el problema es que el ministerio no reconoce esta forma de enseñanza, de hecho tienen a sus hijos matriculados en EEUU, en un colegio de educación a distancia. “El ministerio solo contempla la educación a distancia para casos especiales, como niños enfermos, artistas… si no caes dentro de esta categoría no te reconocen. Deberían abrir esta forma de educación a distancia para todo el que quisiera. Además sería bueno para ellos también, porque sería una manera de que pudieran controlar la educación que damos a nuestros hijos”. Yo puedo explicarle a mi hija en 15 minutos algo que llevaría cuatro horas en el colegio
En cuanto a las posibles carencias que puedan tener ellos como profesores, Ketty se defiende asegurando que cubren las mismas áreas “quizá con más amplitud. Yo puede explicar algo en 15 minutos que quizá lleve cuatro horas en un colegio. Mi hija de 14 años toca ya tres instrumentos y lleva más de 14 páginas escritas de un cuento que empezó el otro día. Nuestros hijos desarrollan sus mejores puntos, sin tanto estrés”.
Una vez por semana se reúnen con otras cuatro familias que educan a sus hijos en casa. En total se juntan 14 niños de distintas edades, “así nuestros hijos realizan actividades con otros niños”, además del “fútbol” y otras actividades en las que los chavales están integrados. En cualquier caso, aclara Ketty, “el mayor centro socializador es la familia”.
¿Y qué ganan unos padres que dedican gran parte de su tiempo a educar a sus hijos? "Estar más cerca de ellos y conocerlos mejor. Ellos están más seguros, hemos notado un cambio positivo en nuestra relación", concluye Ketty.
"Un niño así es un niño burbuja"
Para Juana Domínguez, con más de 35 años de experiencia como profesora de instituto y ex directora de un Centro de educación del profesorado en Ávila, este tipo de educación convierte a los alumnos en niños burbuja. “Yo parto de la definición de Aristóteles, de que el hombre es un animal político, es decir, social. Un niño así es un niño burbuja, está aislado, seguramente muy protegido de las cosas muy negativas; pero que son al mismo tiempo las que lo están educando, le están llevando a saber lo que es la realidad”.
Para esta profesora, un niño que es educado en casa por sus padres recibirá la influencia de dos o tres adultos, “mientras que un niño escolarizado será educado por diferentes profesores a lo largo de su vida, que le mostrarán diferentes formas de ver las cosas, diferentes métodos de acercamiento a los problemas, al saber, todo eso le está amueblando la cabeza, le está enriqueciendo”, además, prosigue, “por parte de sus compañeros, el niño va a aprender otras formas de expresarse, estará en contacto con niños que harán otras preguntas, que reaccionarán de formas distintas… El niño aprenderá compañerismo, tolerancia, a respetar al otro”. La variedad de profesorado a lo largo de la vida enriquece al alumno, le ayuda a amueblar la cabeza
Ni siquiera el que se alegue un bajo nivel educativo de algunos centros justificaría para Juana el que se eduque en casa. “Ahora la educación está peor, pero no en una situación tan mala como para llegar a esto. Así todo, esta educación será mejor que estar metidos en una burbuja, en la que se pueden tener amigos, pero no compañeros de estudios, y en la que los amigos serán amigos elegidos por los padres”.
"Para algo se han inventado los colegios"
Parecidos argumentos maneja el psicólogo educativo Jesús Ramírez. Para él esta forma de educación “tiene pocas ventajas”, porque “los padres pueden tener especialización en cierta área o en cierto momento evolutivo; pero su nivel de conocimientos es inferior al que tienen los profesores en los colegios”, además, para este psicólogo, “es importante que los chavales interactúen con otros y se sociabilicen” y aclara que este argumento “también serviría para estar en contra de la educación diferenciada por sexos”.
Para Ramírez las cualidades que un niño desarrolla en un colegio son muchas, “para algo se han inventado”, dice. “En el colegio se cuida el desarrollo personal de cada alumno y se potencian sus cualidades, algo que es muy difícil de hacer en casa”.
¿Educar en casa o en los colegios con los profesores? La polémica continúa.
Imputados unos padres por educar a su hijo en casa con un profesor
La familia se arriesga a perder la tutela del menor...
ANA HUGUET -(EL PAIS) Jerez - 19/03/2008
Educar a su hijo en casa al margen de la enseñanza reglada puede costarles a unos padres de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) la tutela del menor. El titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Sanlúcar ha imputado a los padres de un niño de 11 años un delito de abandono de familia por no escolarizar al menor y optar por la enseñanza que le proporciona un profesor en casa. Los progenitores del chaval, miembros de la Asociación para la Libre Educación (ALE), se enfrentan a penas de hasta tres años de prisión. Por la vía administrativa, la Junta de Andalucía puede determinar que el niño sufre desamparo y retirarles la tutela.
El abogado asegura que un colegio de California avala la educación del niño
El Ayuntamiento sanluqueño fue el encargado de denunciar el caso en los juzgados al advertir que el niño "nunca había estado matriculado en un centro educativo". Según fuentes municipales, los conocimientos del chico hasta ahora no han podido ser evaluados, porque los padres "no responden a las citaciones de las distintas administraciones". La última notificación, el pasado 12 de febrero, partió de la Junta de Andalucía, y los padres no acudieron a la cita.
Un argumento muy distinto esgrimió ayer el abogado de la familia, José Antonio Salazar, quien aseguró que el pequeño "recibe las nociones de un profesor en casa o en el domicilio del docente" por "plena convicción de los padres", quienes tomaron esta decisión de forma "muy reflexionada". Según el abogado, el pasado 18 de febrero los padres explicaron al juez que la educación de su hijo está avalada por un centro educativo de California, en el que supuestamente está matriculado. Además, el chaval recibe clases particulares de guitarra con otros niños de su edad.
"Los padres creen que la educación en casa es mejor que en la escuela", argumenta el letrado, quien acusa a la Administración y al juez de "ensañarse" con esta familia. Salazar afirma que este caso debe plantearse "como un asunto de conciencia". "Debería aplicarse el mismo argumento que ha llevado a la justicia a permitir a unos padres la no elección de la asignatura Educación para la Ciudadanía", remachó el abogado de la familia.
Los padres llevan asociados a la ALE desde el mes de agosto, según fuentes de la administración autonómica. Esta asociación, que gana adeptos en Estados Unidos, defiende la educación en casa o home schooling tanto por razones religiosas como por la preferencia de una educación no convencional.
Hasta el momento, hay abierto un procedimiento administrativo que determinará si existe un delito de abandono en el seno de esta familia sanluqueña. El abogado de la defensa no precisó si los motivos de los padres para no escolarizar al menor en sus 11 años de vida fueron religiosos. Si se determina que existe un caso de desamparo, la Junta de Andalucía puede solicitar la tutela del chico, quien, según los servicios sociales del Consistorio de Sanlúcar, "vive encerrado en su casa" con su madre, ama de casa, y su padre, trabajador de la construcción. Los padres replican que el niño se trata a diario con una veintena de chicos de su vecindad, de entre 10 y 14 años.
Escolarización obligatoria por ley
- Constitución Española. "La enseñanza básica es obligatoria y gratuita".- Ley Orgánica de Educación (2006). "La educación primaria y la educación secundaria obligatoria constituyen la educación básica". "La enseñanza básica comprende diez años de escolaridad y se desarrolla, de forma regular, entre los seis y los dieciséis años de edad".
El hogar como escuela
M. GÓMEZ, S/C de Tenerife
¿Es posible una educación adecuada e integral fuera del sistema educativo? El debate se ha avivado durante los últimos años en España, al calor de la pujanza que ha adquirido el "homeschooling", la educación de los hijos en casa. Canarias no es ajena al fenómeno. Algunas familias -no existen datos exactos al respecto- se han decantado por esta alternativa y han encontrado, al igual que en otras comunidades autónomas, el rechazo de la Administración, que, aunque admite la posibilidad de suplir la formación académica, alega problemas de "socialización" para argumentar su postura.
EL DÍA ha hablado con dos madres de Gran Canaria que forman parte de la Asociación para la Libre Educación (ALE), que agrupa a los "homeschoolers" españoles. Esther tiene una hija de quince años que empezó en septiembre a estudiar en casa y un hijo de nueve que lleva tres años haciéndolo. Ambos están matriculados en una academia a distancia y el pequeño recibe una supervisión más directa de su madre.
Esther tomó esta opción cuando su hijo menor, con problemas de hiperactividad, empezó a tener dificultades en el colegio. "Necesitaba aprender de una forma más activa, no sentado en un pupitre. Conocí otra forma de educar y decidí hacer la prueba. Hasta ahora va muy bien, estoy contenta", explica.
Respecto a los supuestos problemas de socialización de los niños que se forman en el hogar, aduce: "Es más un problema de la sociedad que del niño mismo. Mi hijo va a actividades extraescolares y se relaciona perfectamente, pero a veces otros chicos, cuando saben que no va a la escuela, lo tratan con recelo. Sin embargo, cuando juega con otros que no lo saben, todo va perfectamente".
Cuando sacó a su hijo del sistema, el colegio advirtió de que derivaría el caso a los servicios sociales y estos amenazaron con llevarlo a los tribunales, lo que finalmente no ocurrió. La Fiscalía sí intervino en el momento en que su hija mayor abandonó el colegio, pero el caso se archivó.
A Teresa, el argumento de la socialización le produce indignación: "Es un mito. Un niño que se educa con su familia no está encerrado. Puede ir a clases de música o hacer otras actividades. La formación académica la reciben en casa; el resto, fuera".
Además, Teresa pone en duda el modelo social que los niños experimentan en la escuela. "¿Qué tipo de socialización reciben en el colegio? ¿Cuántos casos de acoso se producen?", se pregunta.
Tanto Esther como Teresa coinciden en denunciar las "incoherencias" en las que incurre la Administración, y ambas recurren al mismo ejemplo, el de los niños que viven en el espacio natural de Güi-Güi -un aislado enclave de Gran Canaria-, que, debido a la imposibilidad física de acceder a un centro educativo, reciben educación en sus domicilios. "¿Por qué ellos sí y no unos chicos que viven en el centro de la ciudad y que pueden jugar todos los días con otros niños?", se preguntan.
La "excepción" que constituye España respecto a otros países de su entorno donde el "homeschooling" está admitido -Portugal, Francia, Italia, Reino Unido- es otra contradicción. Así, Teresa detalla que un joven británico que se haya educado en el hogar y que pretenda ingresar en una universidad española sólo tiene que someterse a una prueba en su país y aprobar 7 asignaturas para ha-cerlo sin necesidad de cursar Ba-chillerato o presentarse a la PAU.
El director territorial de Educación en Santa Cruz de Tenerife, José Zenón Ruano, considera que la ley "lo deja claro" al establecer dos tipos de educación: la académica, "que tal vez se podría suplir en casa", y la social, que no se garantiza de esta manera, ya que "los valores se educan en comunidad". Por ello, el Gobierno regional se ha negado a autorizar a las familias que han solicitado la desescolarización.
Los partidarios de esta modalidad educativa se sienten amparados por la Constitución Española, que reconoce la libertad de enseñanza y no hace referencia a la escolarización, un concepto que sí figura en la Ley Orgánica de Educación (LOE). "El valor constitucional de la libertad no se recoge en la ley, pero la Constitución está por encima de cualquier ley", observa Sorina Oprean, presidenta de ALE, quien, además, interpreta la legislación actual como un residuo del Franquismo, pues fue el régimen, en 1970, el que introdujo la escolarización obligatoria después de casi 120 años de "supervivencia" de los principios de la Ley Moyano, así llamada por el ministro que la impulsó en 1857.
Despenalización
Las posiciones de los "homeschoolers" recibieron un espaldarazo con la sentencia del Tribunal Supremo del año 1994 que "despenalizaba" esta práctica y establecía que "no cabe descartar los modelos educativos basados en la enseñanza en el propio domicilio siempre que se satisfaga con ella la necesaria formación de los menores".
"Mira que han pasado años y nada: es como si esta sentencia no existiera, como si fuese papel mojado", se lamenta Anna, también miembro de ALE, que responde a las preguntas de este periódico desde la Península por medio de correo electrónico.
Según la Constitución, los poderes públicos garantizan el derecho de los padres, pero Anna no está muy convencida de que esto sea realmente así. "Aunque sólo una familia en todo el país siga acosada y amenazada por decidir qué educación quiere para sus hijos, este derecho no está garantizado", dice.
"La situación legal es que la Constitución reconoce la libertad de enseñanza y, sin embargo, nuestros funcionarios no lo hacen, por lo menos hasta gastar un montón de tiempo y dinero del contribuyente para constatar que no hay abandono", indica Anna, que informa de que en 2008 se archivaron seis casos -uno en Canarias- y en 2009 ya se han archivado dos -también uno en las Islas-. "No hubo un sólo fallo en contra. Esta es la situación real", sentencia.
Una educación sin escuela
UNA FORMA DIFERENTE DE APRENDER
N. Modinos (Redacción) Periódico Diagonal
Cuando lo habitual es una vida prediseñada, la alternativa se convierte en la vía directa para otro mundo posible.
Muchos criticamos múltiples aspectos del mundo en que vivimos. Desde el “así son las cosas” hasta intentar mejorarlas mediante la política, el asociacionismo, etc. En este margen encontramos por estos lares quienes aportan su trabajo desde la crianza sin escuela. Esta apuesta surge del convencimiento de la importancia de la infancia en la posterior actitud de las personas adultas y la incidencia, por ello, en la marcha de la sociedad. Como tratemos a los niños hoy, conducirán mañana la sociedad en consonancia.
Y no sólo mira al después, también el aquí y ahora: promoviendo unos aprendizajes que saboreen los contenidos, en vez de limitarnos a saberlos, y apostar por un pensamiento en marcha, desmarcado de ideas preestablecidas, sirve para ir deconstruyendo el poder arrollador del ideario único. Una educación sin escuela puede partir del deseo de una crianza que tiene en cuenta las necesidades naturales, y diferencia entre éstas y los convencionalismos. Un camino que surge de confiar en la vida, ya que nacemos con el instinto completo. Mediante una convivencia sin jerarquías, aunque las necesidades y capacidades sean diferentes, busca un acompañamiento durante el crecimiento que no signifique imponer unos criterios demasiadas veces debidos a simples miedos y costumbres.
Contra la enseñanza premeditada y orientada, está el aprendizaje que acaece, el suceder de las cosas, los aconteceres cotidianos que se convierten en guías didácticas naturales y espontáneas. No hay nada prefijado, con habilidad e imaginación una cosa lleva a la otra. El día a día va dando la confianza y evalúa el proceso, sin esperar un producto acabado ni elaborado más que por el propio protagonista. Una perspectiva distinta El currículo consta de dar más importancia al trato de las emociones, al entorno apropiado, a potenciar la búsqueda de los propios intereses, a desarrollar una sana socialización, a involucrarse en actividades colectivas, etc. Y no tanto a acumular datos memorísticos o analíticos, que siempre podrán adquirirse posteriormente.
Es gozoso vivir al hilo de sus descubrimientos y aprendizajes sin delegar. Pero es difícil cuando se siente el riesgo de hacer algo no reconocido y, a menudo, criticado; sin modelos que copiar, con el miedo a un resultado incierto, sin descansos, ya que el aprendizaje atraviesa todos los momentos de la vida. También es difícil compatibilizar los intereses de unos y otros cuando, pasados unos años, su necesidad de acompañamiento ya no es tan grande.
La alegría y felicidad durante la infancia, las relaciones de cariño y cooperación, el grado de reflexión, la participación en casa y en la calle, la sensibilidad hacia los sentimientos de otros y mantener siempre la curiosidad por aprender, son algunos de los “objetivos evaluables” de esta ‘sin escuela’. Aunque no se podrán sacar conclusiones definitivas ni podremos calificar cuantitativamente, porque no se puede compartimentar la realidad y porque los condicionantes y los efectos son transversales. La rueda del sistema educativo, social, global atropella el ánimo contrainstitucional de las personas.
Empezando por las carencias que nos inculcan, consiguen que, a base de simulacros y retales, traguemos carros y carretas desde los primeros años, preparándonos para legitimar y reproducir sus esquemas. Terminando por golpearnos con su autoridad si enfrentamos nuestros miedos, nombramos lo que sucede y osamos autodirigir nuestras propias vidas al margen de sus preceptos e instituciones. En este tema existe un cierto vacío legal ya que la educación es obligatoria, pero ¿significa eso escolarización? Si se tienen las cosas bien pensadas, no tiene por qué llegarse al caso o haber demasiado problema en abordar estos aspectos jurídicos. Más importante que esto puede ser compartir inquietudes y experiencias con personas afines o contar con el respeto de familiares, amigos, vecinos, docentes y gente en general, aunque muchas veces no estén de acuerdo. Imprescindible es el debate vivo con los más posibles y a menudo, buscar espacios y posibilidades para repreguntarse y actuar, que de ideas y opiniones ya saturaron la pizarra.
Aprobar en la escuela es fácil
La pugna por los programas educativos entre distintos grupos sociales y políticos, viene a demostrar que la escuela no es neutra. Está plenamente asumido que es un agente socializador. Digamos también que es el transmisor de la cultura. Completemos con que es un potente movilizador para un futuro individual determinado, los saberes técnicos. El conocimiento técnico se orienta desde y para el modelo en que se va a ejecutar: ¿Cómo podría educar para la cooperación en el libre mercado? No seríamos ‘competitivos’. La cultura se interioriza a pasos agigantados como un bien de consumo: ¿Tendría sentido una cultura del ser en vez de una cultura del tener? No sería ‘rentable’.
Aunque así lo intentara, es obvio que la escuela pierde progresivamente protagonismo como instancia socializadora. No tiene capacidad para proteger a la infancia de lo que se le viene encima. Una ciudadanía instruida, racional e ilustrada (decían algunos) es lo único que puede evitar la dictadura, la demagogia y la tiranía. El patente fracaso escolar hace palpable que no estamos en condiciones de defender la democracia.
O sí, si a la mona la visten de seda y organismos supranacionales no democráticos parten y reparten, mientras nosotros consumimos el circo mediático de una papeleta cada cuatro años que, en el escenario global, sólo son matices en las guirnaldas del pastel. Para esta socialización, para esta cultura, para este mercado, aprobar en la escuela es fácil.
LA PREGUNTA. “¿Y tú echas de menos al bailarín que podrías haber sido si tus padres te hubieran metido a una academia a los cinco años?”. (Pregunta a un adolescente sobre lo que podría echar de menos si hubiera ido a la escuela)
Escolarización obligatoria y libertad de educación
Comunidad Escolar, Nº 698
El fenómeno de la "escolarización en casa", que supone la participación activa de padres y madres en la educación académica de los hijos, y consecuentemente la no asistencia de éstos al colegio, empieza a abordarse tímidamente en España. En el presente artículo, su autora analiza esta nueva e incipiente realidad.
Lola Luengo
Profesora de la Escuela Oficial de Idiomas.
En sus inicios, hace ya tres décadas en EE.UU., Canadá y Australia, y en Europa en el Reino Unido, fueron razones religiosas o ideológicas las que llevaron a grupos reducidos de padres y madres a optar por esta vía educativa. Hoy en día, sin embargo, la mayoría de los padres y madres del más de millón y medio de niñas y niños escolarizados en casa actualmente en EEUU, o de los 300.000 en Europa aduce fundamentalmente razones pedagógicas y académicas para esta "objeción escolar", como es también denominada la educación en casa.
Declaran estos padres que decidieron plantearse la educación de sus hijos de otra manera tras reflexionar sobre la efectividad de los aprendizajes en los actuales sistemas educativos, sobre el excesivo acaparamiento que "los estudios" ejercen en la vida de niños y adolescentes, y sobre la ansiedad general que proyectan sobre la vida familiar durante de todo el periodo de escolarización.
Alentados por las nuevas corrientes pedagógicas y tecnológicas, llegaron al convencimiento de que si realmente padres y madres están dispuestos a dedicar la necesaria cantidad de interés y esfuerzo para llevar a cabo la "aventura de aprender juntos", muchas de esos aspectos negativos podían paliarse en gran medida cuando no se eliminase por completo con la escolarización personalizada y en casa. Añaden además que actualmente se dan las circunstancias suficientes y necesarias para considerar esta alternativa muy seriamente: el nivel de capacitación de los padres y la creciente accesibilidad a todo tipo de información y materiales educativos están facilitando de tal manera el proceso que la experiencia está resultando más sencilla y gratificadora de lo que pensaron en un primer momento.
Acusaciones de ilegalidad
Desde sus orígenes, este modelo educativo tuvo que hacer frente a la acusación de ilegalidad, con la consecuente demanda judicial contra los padres, por desacato de la legislación educativa correspondiente, que imponía la "escolarización obligatoria" como única vía legal para recibir una educación académica hasta los 16 años. Hoy sabemos que lo que este fenómeno realmente sacó a la palestra no fue educación en casa sí o no, sino educación fuera del marco único que impone la ley sí o no, convirtiéndose así en el germen que originó que cada vez más sectores de la sociedad en los respectivos países se cuestionaran la legitimidad y la constitucionalidad de la "escolarización obligatoria" tal como ésta había sido entendida hasta entonces.
Tras años de contenciosos con el ejecutivo, y avalados por los excelentes resultados académicos obtenidos por los jóvenes escolarizados "en casa" (primero en secundaria, y posteriormente en la universidad, valga de ejemplo el caso de la universidad de Harvard, que da admisión preferente a "escolarizados en casa" por su capacidad para el autoaprendizaje y la autodisciplina), y arropados por la creciente demanda social antes mencionada, cuestionando la legitimidad de la "escolarización obligatoria", los padres pioneros de la experiencia lograron que se fueran modificando las leyes en sus respectivos países hasta obtener el definitivo reconocimiento legal de la "escolarización en casa", abriendo las puertas así a otras vías educativas que no pasaran por la escuela obligatoria.
Paulatinamente otros países fueron modificando sus leyes en la misma dirección, y hoy en día son numerosos los Estados en que se puede optar "legalmente" por este tipo de educación, reconociendo así el derecho a la libertad de educación tal como se contempla en la Declaración Universal de Derechos Humanos. En nuestro país, por ahora, la legislación educativa no ha dado muestra alguna de sensibilización al respecto, aún cuando la mayoría de los países de la Unión Europea han dado ya su reconocimiento legal a la escolarización en casa.
Los padres y madres españoles que han decidido inclinarse por esta vía, han tenido que afrontar la acusación de ilegalidad por parte de inspectores y Ministerio, juicio incluido. Aún hoy, cuando los jueces españoles han confirmado que los padres que optan por este sistema educativo basando su decisión en consideraciones pedagógicas o académicas están simplemente ejerciendo un derecho fundamental recogido en la Constitución (Art. 27.3), ley de rango superior a las leyes educativas. La ley no distingue entre "no escolarización por abandono y desidia de los padres" y "no escolarización por intervención directa y activa de los padres en la educación de los hijos": ambas son igualmente ilegales. Lex, dura lex. No es de extrañar que, como sucedió antes en otros países, muchas personas encuentren claros síntomas de conflicto entre derechos y deberes en nuestra legislación educativa.
¿Qué ha sucedido para llegar a este punto en que un concepto que surgió para la defensa de un derecho humano fundamental puede llevar a la ilegalidad a aquellas personas que partiendo de la misma premisa, defender el derecho a la educación, intentan ejercer otro derecho igualmente fundamental: la libertad de educación?
Escolarización universal: un gran logro social
El siglo XX fue testigo de un consenso histórico sin precedentes: la aceptación generalizada de que las instituciones estatales de las naciones tienen en primera instancia dos campos de obligatoriedad: ofertar educación y sanidad públicas y universales de tal forma que todos los ciudadanos y ciudadanas de un país tengan la posibilidad de ejercitar su derecho a acceder a ambos servicios. Así nació el concepto de "educación como derecho universal", en teoría el mayor logro de la humanidad desde la abolición oficial de la esclavitud. Menos romántico, o para ser exactos nada romántico, es el origen de los sistemas educativos obligatorios actuales. Aún así, qué duda cabe de que si hoy tenemos los niveles actuales de conocimientos en nuestro mundo occidental es precisamente gracias a la implantación de esos sistemas educativos y quizás, quién sabe, a su "obligatoriedad". No debemos olvidar tampoco que en la práctica funcionaban realmente como una ley de "protección al menor", impidiendo la incorporación de los jóvenes al mundo laboral antes de los 14 años, y actualmente antes de los 16.
Pero los tiempos cambian, y las necesidades sociales cambian con ellos. Todos los inventos, los descubrimientos, las grandes ideas que revolucionan el pensamiento, e incluso los logros sociales, cumplen su función histórica, es decir nacen, crecen, se reproducen y dan pasos a nuevas formas de descubrimientos y logros. Sería impensable habernos quedado en la rueda, en la imprenta, o en las ideas de la ilustración, aunque efectivamente revolucionaron las formas de transporte, de difusión del conocimiento, y de organización social: fue precisamente porque ellas existieron y en función de lo que ellas nos dieron cómo hemos llegado a alcanzar formas más efectivas de transporte, de difusión del conocimiento, y de organización social.
Y la educación no es ajena a esta evolución natural de los fenómenos sociales. O por lo menos, no debería serlo. A nadie se nos escapa el avance social que supusieron las medievales escuelas gremiales, pero cuando a raíz de la revolución industrial surgió la necesidad de cualificar a los trabajadores para incrementar su producción, lógicamente tuvieron que dar paso a las primeras escuelas del siglo XIX, tal y como éstas posteriormente tuvieron que hacer con nuestras escuelas del siglo XX. Ley de vida.
Escolarización obligatoria: ¿un exceso de celo?
Ley de vida es por tanto también preguntarnos si ha llegado el momento de plantearnos si en estos tiempos de nuevas y plurales referencias sociales, culturales, tecnológicas y vitales, procede la imposición unilateral y unidimensional de en qué forma y plazos estamos obligados a enfocar nuestras necesidades educativas o las de nuestros hijos e hijas. Tanto más cuando la educación es precisamente la llave que abre la puerta de nuestra receptividad a esa pluralidad y apertura a nuevos modelos.
¿Es la escolarización obligatoria realmente la única vía para que nuestros hijos e hijas reciban una formación académica hoy en día?
Parece ser, según nos cuentan estos padres y madres, que no, que ya no es la única vía. Pero sí es la única vía "legal" en nuestro país: decididamente sólo el Ministerio de Educación y su actual Ley Orgánica de Educación, la LOGSE, que data de 1990, puede decidir (e imponer) qué, cómo, cuándo y dónde deben estudiar nuestros hijos e hijas. "Escolarización obligatoria" es la seña de identidad de la casa. Baste mencionar los casos Montessori y Waldorf, cuyas filosofías pedagógicas tuvieron que irse diluyendo progresivamente en España, para dar paso a los contenidos y programaciones curriculares de obligado cumplimiento, eliminando la posibilidad de acceso a cualquier corriente o influencia educativa que no fuera la marcada por el estado.
Y para mayor abundancia, Educación Secundaria Obligatoria, ESO, fue el nombre elegido para el tramo de 12 a 16 años. Podía, por ejemplo, haberse contemplado, entre otros, nombres como "Educación como Derecho Universal", EDU, (ahora podríamos oír "yo hago tercero de EDU, ¿y tú?").o incluso haberse mantenido el discreto pero reconfortante "Educación General Básica". Podía, pero no se hizo. Se eligió "Educación Secundaria Obligatoria", sin más atenuantes conocidos que lo de "y el que avisa no es traidor", que también es de agradecer.
Aún así, hay que reconocer que de todos los posibles adjetivos para calificar un derecho, y desde luego para calificar la educación, "obligatoria" es sin duda una elección poco afortunada, con tintes nada evocadores de la motivación y el estímulo que hoy sabemos imprescindibles para que puedan existir auténticos aprendizajes. Porque cuando decimos "educación obligatoria" ¿a qué nos estamos refiriendo exactamente? ¿obligatoria para quién? ¿ "obligado" a qué?
Entre la gente de a pie, estas preguntas generan primero una cierta incredulidad (¿cómo pueden preguntarse cosas tan evidentes?), después una cierta duda, y por último, muestras de cautela: "...pues el "obligado" es el Estado ¿no?, que debe garantizar que todas las personas puedan recibir una educación, y también el Estado "obliga" a los padres a escolarizar a sus hijos, y también los hijos están "obligados" a ir al colegio...o sea están todos "obligados",supongo que por eso se llama obligatoria.
Entonces ¿qué es lo obligatorio: estar escolarizado, garantizar que los hijos reciban una educación o recibir una educación? La cosa se pone realmente confusa, pues uno detecta, muy racional y razonablemente, que "le están mezclando" cosas que parecen derechos con otras que parecen deberes, sin saber exactamente desde qué ángulo "están intentando pillarle": "... bueno, es lo mismo ¿no?, si no es en la escuela ¿dónde vamos a recibir una educación? ", está claro, lo "obligatorio" es recibir una educación, aprender...
Pues no, no está tan claro. Mal asunto si todavía hoy, en el siglo XXI, tenemos que empezar el tema "obligando" tanto a tantos. Definitivamente, si lo pensamos empieza a estar cada vez menos claro. ¿Se está "obligado" a estar escolarizado y a recibir una educación? ¿O se tiene el derecho de estar escolarizado y de recibir una educación?
Nuestros derechos y nuestros deberes
Imaginemos por un instante qué sucedería si en este siglo XXI llegáramos a ser testigos de una experiencia similar en el otro campo de obligatoriedad de los estados: el de la sanidad. Dado que todos sabemos que efectivamente una dieta equilibrada y una cantidad adecuada de ejercicio físico son aspectos indispensables para mantenernos sanos, ¿podría darse el caso de que se nos viéramos abocados a tener una "alimentación y ejercicio físico obligatorios y universales" en aras de proteger nuestro derecho a una vida sana?
¿Tengo yo el derecho a poder acceder a una dieta sana y equilibrada o la obligación de tomar una dieta sana y equilibrada? ¿Tengo yo el derecho a realizar la cantidad de ejercicio físico necesaria para mantenerme sano o la obligación de realizar suficiente ejercicio físico para mantenerme sano? ¿se puede pensar en una "dieta obligatoria universal" o en una "tabla de ejercicios físicos obligatoria universal" impuestas por ley?
¿Y qué criterios se seguirían para los contenidos? Porque no olvidemos que todos tenemos diferentes constituciones, necesidades nutricionales, gustos, biorritmos, metabolismos... ¿Y sería sólo y exclusivamente el Ministerio de Sanidad quien estipularía por ley exactamente qué tipo de alimentos estarían permitidos, cómo habría que prepararlos, y cuando y en qué cantidad habría que tomarlos? ¿Y qué pruebas habría que pasar para obtener ese "certificado de alimentación sana y buena forma física", que es de suponer sería imprescindible para acceder a la vida laboral, y consecuentemente, qué duda cabe, también a la social?
Con todo lo deseables que resultan la salud y el ejercicio físico "chapeau" Aldous Huxley, por tu profético "mundo feliz". Quizás sea exagerado establecer una comparación entre ese hipotético caso de ficción sanitaria y nuestra situación educativa actual, pero no se puede negar que algunos aspectos presentan paralelismos que le hacen a uno pensar y preguntarse seriamente si sólo los legisladores educativos están en situación de saber qué conocimientos y qué aprendizajes necesitan nuestras niñas y niños, y además cómo, cuándo y dónde deben llevarlos a cabo? Y si fuera verdad que lo saben ¿implica eso que además pueden hacerlo obligatorio por ley y excluyente de cualquier otro criterio? Y si lo implica ¿garantiza eso el recibir una auténtica educación?
Escolarización y Educación ¿una misma cosa?
Saber sabemos todos que son cosas muy diferentes: no hay que ser pedagogo, ni legislador educativo, ni profesional de la enseñanza, ni siquiera padre o madre, y desde luego basta con ser estudiante para detectar que estos términos en la realidad no son exactamente sinónimos.
Porque vamos a ver: 8 horas diarias x 20 días lectivos durante 9 meses= 1440 horas por año x 10 años de escolarización obligatoria = 14.440 horas, que redondeadas a la baja por fiestas, puentes y posibles ausencias de unos y otros todavía nos dejan con unas jugosas 14.000 horas de escolarización obligatoria. De las horas y esfuerzos que hay que meter además "fuera de las horas escolares", mejor no entrar en cómputos ni detalles pero sabemos que todos, madres, padres y estudiantes, puedan dar buena fe de ellas. ¿Vivir para estudiar o estudiar para vivir? ¿Y están realmente recibiendo una educación? No siempre.
Las innumerables muestras de necesitar auxilio que está dando el sistema educativo, las quejas continuadas de unos ("no saben nada" "no aprenden nada"), y otros ("tengo miles de deberes", "tengo mucho que estudiar", "tengo tres exámenes mañana"...), y tantas otras señales apuntando a la saturación del sistema, no deben quedarse sólo en voces clamando en el desierto, ni en la descalificación indiscriminada del sistema, de los profesores, de los padres, de los alumnos.o de todos en general, ni en dar "más de lo mismo": más años, más horas, más asignaturas, más títulos, más másters...
Hay que mirar a la realidad de frente y saber decir: esto es lo que hay, la situación educativa actual necesita de algo más que parches. ¿qué podemos hacer para mejorarla? Y es natural que los padres quieran incluirse en ese "podemos". Podría considerarse positivo, incluso de agradecer, que intenten tomar la iniciativa. Tanto más si recordamos que en educación, como en palacio, las cosas van despacio, y que las soluciones a los viejos problemas y la inclusión de las nuevas corrientes tardan en llegar, lo que comprensible hasta cierto punto dada la magnitud de la elaboración de un proyecto educativo.
Tanto más, también, si pensamos que la nuestra es una de las legislaciones educativas europeas menos flexibles y menos abiertas, pues la presencia de optativos en la ESO puede considerarse estrictamente anecdótica, y las posibles combinaciones curriculares son simplemente inexistentes en el tramo de la secundaria obligatoria, apareciendo sólo posteriormente en un bachillerato no obligatorio: materias, contenidos de las mismas, y modos y plazos en que deben aprenderse son únicos y universales, para todos los niños y niñas de nuestro país, independientemente de sus capacidades, prioridades y expectativas personales.
Resulta por tanto doblemente restrictivo el que además se impida a los padres actuar en el único campo que les queda sin acotar: ayudar a los hijos a que encuentren una forma personal, beneficiosa y eficaz de aprender todo eso que ya les viene impuesto. Pues no, eso tampoco: sólo el profesor y el colegio pueden enseñar a nuestros hijos legalmente. Los padres podemos, eso sí, repetírselo todo otra vez a nuestro gusto por las tardes, en las escasas horas que les quedan para hacer sus muchos deberes tras la salida del colegio.
Dispuestos a vivir en la "ilegalidad oficial"
Indudablemente, mientras las cosas siguen así, será difícil saber cuántos padres y madres españoles se plantearían la educación en casa de no tener que pasar por la acusación de ilegalidad.
Por eso, vamos siendo cada vez más los que pensamos que necesariamente debe haber alguna otra actividad posible a la que inspectores y leyes puedan dedicar su tiempo y energías que no sea precisamente a dirigir sus iras contra aquellos que de forma más personal y directa tratan de involucrarse en encontrar posibles mejoras para una situación claramente mejorable, como es el caso de estos padres y madres que deciden educar ellos mismos a sus hijos.
Quizás sea pretender demasiado que esta batalla se salde a tiempo y sin sangre, por el mero reconocimiento y aceptación de que navegar con ese poderoso viento que es el signo de los tiempos es muchísimo más potente y efectivo que la bomba de neutrones, gracias demos a los dioses por ello.
O quizás, como en tantas otras cosas de la vida, sea simplemente una cuestión de número. ¿Cuántos padres tienen que pedirlo a gritos, o cuantas sentencias tienen que reconocer que no es un pecado querer educar a los hijos de esta manera para que se reconozca la "legalidad" de la escolarización en casa?
Y esperemos, sinceramente, que los números no tengan necesariamente que ser "números mortales" como con los accidentes de tráfico: ¿cuántos accidentes mortales son necesarios para que se cambien señalizaciones de cruce insuficientes o inadecuadas? Pues igual ¿cuántos "fracasos escolares mortales" son necesarios para dar la bienvenida a aquellos que se ponen ya a intentar hacer algo al respecto?.