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Los fundamentos de la escuela en casa


PETER SZIL 

 

(Texto publicado en el Anuario de la Educación 2001 del periódico "Magisterio")


Incluir la no-escolarización entre "las asignaturas pendientes" que le quedan a la Educación en el siglo que ahora comienza refleja el hecho de que el sistema educativo del nuevo milenio no puede ser completo si no se abre a iniciativas que surgen precisamente de una visión crítica de la institución de la escuela y de las limitaciones de la misma.

No se trata de restarle mérito a la escolarización generalizada que ha cumplido una función vital en el siglo XIX y XX y ha contribuido precisamente a que hoy tengamos una sociedad tan matizada que precisa diferentes formas de educación, pero sí dejar claro que la sociedad cambia y que la escuela no es el primer logro de nuestra época que se vuelve contraproducente por su uso masivo.

Muchos expertos (entre otros John Gatto, Ivan Illich y John Holt) han ahondado en la crítica de la escuela y sus posibles alternativas. Su visión fue resumida intuitivamente por mi hijo que con nueve años quiso quedarse en casa, ya que concluyó que el malestar experimentado por él en varias escuelas se debía a la institución misma, "porque es imposible que a 20-30 chavales les interese la misma cosa en el mismo momento".

El hecho de ser enseñado no necesariamente equivale a aprender, y todavía menos si se impone un plan de estudios (sea explícito u oculto). La curiosidad y el interés propio juegan el mismo papel en el proceso de aprendizaje que el hambre y el apetito en la alimentación. La obligación prolongada de tragar (comida o conocimiento) fácilmente causa trastornos (de la alimentación o del aprendizaje).

La desescolarización voluntaria significa que los padres asumen la responsabilidad de la educación de sus hijos por razones que varían mucho y en formas muy distintas, adaptadas a las necesidades de los niños. A veces se siguen los libros del colegio y algunas familias se han puesto de acuerdo con las autoridades para que los niños vayan a la escuela de vez en cuando para examinarse. También las hay que dedican de 2 a 4 horas al día al trabajo escolar, mientras otras no siguen ningún horario sino que los padres se disponen a responder a las preguntas que surgen espontáneamente de los niños y a ayudarles con sus proyectos, sabiendo que se puede aprender de distintas formas y no solamente de los libros de texto.

Con los niños en casa los padres pueden ver lo que necesitan, pues cada cual es un mundo diferente que además está cambiando continuamente. Para enseñar a los hijos en casa no hace falta tener estudios formales. Sí hay que saber leer, escribir y hacer cálculos sencillos, además de saber dónde está la biblioteca más cercana. Lo más importante, sin embargo, es que se tengan ganas de estar con ellos y que uno/a mismo/misma tenga curiosidad por aprender cosas nuevas.

Estudiar en casa no significa además estar en casa todo el tiempo. Más que ser maestros el papel de los padres muchas veces es poner en contacto a sus hijos con otras personas y otros entornos sociales.

La educación en casa nunca sustituirá completamente al colegio, pero es una alternativa que para muchas familias soluciona los problemas inherentes al diseño de la institución "escuela". La experiencia de varias generaciones "desescolarizadas" en condiciones de perfecta legalidad en el extranjero (Reino Unido, Francia, Australia, Canadá o los EE UU donde ahora mismo hay 1 millón y medio de niños sin ir al cole) demuestra la validez de esta alternativa y desmiente los habituales prejuicios (falta de socialización, dificultades a la hora de estudios superiores o de conseguir trabajo etc) sobre la misma.

En España muchos expertos, psicólogos y educadores pregonan todavía sus dogmas no sólo sobre los supuestos beneficios de la escolarización, sino también sobre los daños irreversibles de la no escolarización sin haber conocido personalmente algún niño que haya crecido sin ir al colegio. Su argumento preferido es el de la socialización, al estilo de los que esgrimen que para hacerse hombre hay que ir a la mili y no mencionan que también existe una socialización negativa.

De esto habla por ejemplo Vicente Garrido, profesor de psicología criminal. El relaciona la escalada de la delincuencia juvenil con el hecho de que "la estructura familiar perdió su capacidad de socializar, de establecer patrones de comportamiento en los niños" y añade: "... la familia es el agente socializador por excelencia." Muchos pedagogos acusan el aumento de la edad de escolarización, que obliga al 100% de la población entre 14 y 16 años a estar escolarizada, de disparar la agresividad en los colegios.

La diferencia entre la socialización de niños escolarizados y no escolarizados es que los primeros pasan muchas horas al día con muchos niños de la misma edad, mientras que los últimos se socializan a través de contactos más individuales con niños y jóvenes de edades diferentes y con adultos. Estudios realizados en países donde ya existen varias generaciones de personas no escolarizadas muestran más bien que los niños no escolarizados son más cooperadores y que ven a los adultos como aliados y no como enemigos.

En España hay un número creciente de familias sin escolarizar a sus hijos, que prosperan en medio del vacío legal existente entre la Constitución española que dice: "La enseñanza básica es obligatoria y gratuita" (Art. 27.4), pero precedida por la frase: "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones" (Art. 27.3) y la LOGSE, una ley de rango inferior a la Constitución, en la que "enseñanza" se ha transformado en "escolarización". La toma de posición de los jueces ha sido decisiva para llenar el vacío legal. Luis Columna, el mismo juez que en 1994 condenó en Almería a 150 padres por absentismo escolar, tras advertir que ante un conflicto de objeción a la escuela habría que estudiar caso por caso, niega que "exista responsabilidad penal ante un caso de este tipo [desescolarización consciente], ya que los padres no hacen dejadez de sus obligaciones con los hijos sino todo lo contrario, velan por ellos al plantearse cuál es el mejor método educativo que les conviene"("El Mundo", 29-3-95). Desde entonces han habido varios precedentes jurídicos que establecen que la "formación educativa efectuada al margen de la enseñanza oficial es perfectamente aceptable en el marco de libertades diseñado por la Constitución".

Ninguno de los jóvenes que en España ha superado la edad escolar sin ir al colegio ha tenido problemas a la hora de incorporarse a la enseñanza superior o al mundo laboral, a pesar de que en este país todavía no se han formalizado mecanismos como los que hay en otros países (EE UU, Canadá, Australia, Francia, Inglaterra) donde la educación en el hogar es completamente legal desde hace varias generaciones.

Una red de apoyo informal de familias con niños no escolarizados en España viene celebrando encuentros en diferentes puntos del territorio nacional desde el año 1994, ofreciendo a los niños la posibilidad de convivir con otros que también aprenden en casa y a los padres u otros adultos interesados en el tema la oportunidad de intercambiar experiencias e impulsos. Desde el año 1997 se está editando también el boletín "Crecer sin Escuela" , que trata de temas como la legalidad, la situación en otros países, la práctica cotidiana de la no escolarización, ideas y documentos para el debate pedagógico, experiencias de familias, recortes de prensa y cartas de contacto (Apdo de correos 45, C.P. 03580, l'Alfàs del Pi, Alicante).

La objecion de conciencia al sistema escolar: La denominada educación en casa.

En una publicación denominada "Laicidad y libertades:escritos jurídicos", Miguel Angel Asensio, profesor de Derecho Eclesiástico de la Universidad de Málaga, realiza una reflexión en torno a la Educación en casa. De hecho, dedica todo un capítulo de su obra a esta realidad con el título de "LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA AL SISTEMA ESCOLAR: LA DENOMINADA EDUCACIÓN EN CASA".
Así reza el resumen que el propio autor realiza sobre el contenido de este capítulo de su libro: "La nueva realidad sociopedagógica de la educación en casa, seguida en la mayoría de los países de nuestro entorno como una manifestación del derecho fundamental de educar a los hijos con arreglo a las propias convicciones, sólo tiene cabida en nuestro ordenamiento como un supuesto de objeción de conciencia por existir un deber jurídico de escolarización entre los seis y los dieciséis años. Para determinar la admisión o no de esta objeción escolar es necesario ponderar el conflicto entre el interés particular de los padres objetores y el papel jurídicosocial que se pretende con la escolarización obligatoria. La adecuada ponderación de los intereses en juego sólo podrá realizarse desde la óptica de la dignidad de la persona y del libre desarrollo de la personalidad del art. 10.1 CE. Y como el objeto de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad humana, fundamentalmente del menor principal sujeto de la acción educativa, aparece de este modo el denominado interés del menor como principio constitucional básico que debe seguirse en la ponderación entre el interés particular y el social latentes en la objeción escolar".
Existen dos elementos en esta exposición que confluyen con algunas de las conclusiones a las que voy llegando a medida que avanzo en la lectura de diferentes autores que han reflexionado sobre este tema.
De una parte el hecho de que nos enfrentamos a un supuesto de objeción, si bien el autor que nos ocupa la califica de "escolar", yo en su momento rechacé tal adjetivación al sustantivo objeción y me incliné por la denominación "objeción a la escolarización". La razón es que considero que existen otra objeciones escolares, como la objeción al estudio de ciertas asignaturas dentro del curriculum escolar, como la tan traída y llevada "educación para la ciudadanía", o la objeción a la práctica de gimnasia, como simples ejemplos, ambas cuestiones de muy diferente origen y causa, y que en mi opinión constituyen también objeciones escolares.
El caso que nos ocupa, la educación en casa, es constitutivo de una objeción a la obligatoriedad de la escolarización, y por lo tanto, prefiero denominarla objeción a la escolarización. Y esto es así porque aquí nos enfrentamos a la idea de que se identifique educación con escolarización, y este tipo de objeción pone de manifiesto que la escolarización no es el único tipo de educación, y así se ofrece el propio hogar como alternativa a la escuela.
De otra, considero un acierto que el autor plantee la cuestión en términos de conflicto entre el interés de los padres objetores y el papel que el Estado asigna a la escolarización obligatoria, todo ello matizado por el interés del menor. Aunque bien es cierto que el peso del interés del menor suele caer de parte de la balanza del Estado, no veo la razón por la que el Estado va a estar sistemáticamente y en todos los supuestos en posición de decidir con mayor acierto que los padres cual sea la mejor alternativa para el menor. No hay que olvidar que la escolarización conlleva muchas bondades pero también problemas y desventajas que van desde el acoso escolar y la violencia en las aulas hasta un grado de fracaso escolar elevado en esta parte de la Europa Continental. En el más reciente estudio presentado por la Comisión Europea el índice de fracaso escolar en España supera con creces el de la media europea. Mientras el índice medio en Europa es del 15,7% de abandono escolar prematuro, España registró un 31,1 % en 2004, lo que además supone un aumento de 2,3 % desde 2000.

Extraído del blog de Madalen Goiria Profesora de Derecho Civil de la Universidad del Pais Vasco (EHU-UPV). madalen.goiria@gmail.com

Desescolarización obligatoria.

La escuela universal nació para producir la clase de sujetos que los promotores del nuevo orden necesitaban, una institución no preocupada por el crecimiento de la inteligencia sino por su domesticación.

 ( El Periódico de Aragón - 17/10/2006 )

JOSÉ ÁNGEL Bergua. Sociologo. Profesor de Universidad.

Cuenta una vieja enseñanza budista que el maestro le dijo a su discípulo: "si me dices que este palo es de verdad te pego con él y si me dices que es falso también". A veces da la impresión de que muchos debates llevan a encerronas similares. Es lo que sucede, por ejemplo, con las discusiones acerca de si la escuela debe basarse o no en la autoridad. Si se echa un vistazo a la historia de esta institución está claro que estamos ante un falso dilema pues la escuela es, por definición, disciplina.

Según Aries, la aparición de las primeras escuelas, allá por el siglo XVI, supuso que el niño dejara de estar mezclado con los adultos. Lo llamativo es que por esa misma época se consideraron diferentes otras clases de individuos y también se sintió la necesidad de apartarlos. Es lo que sucedió con los niños expósitos, los vagos o mendigos, los locos, etc. Por lo tanto, la escuela formó parte de un plan disciplinario por el que se decidió poner a cada individuo diferente en su institución.

A partir del siglo XVIII el impulso disciplinario se desarrolló dentro de la escuela. Primero, se distribuyó a los sujetos en clases según ciertas características, como la edad. Después, dentro de cada clase se ensayaron distintos métodos de clasificación. Por ejemplo, se ordenó a los alumnos por filas y columnas atendiendo a variables tales como el nivel intelectual, la limpieza, la educación, etc. De este modo cualquier profesor podría saber exactamente las características del alumno por la posición que ocupaba. En tercer lugar, la disciplina se proyectó sobre el cuerpo de los alumnos. Por ejemplo, para imponer una posición concreta a la hora de escribir. Como decía un reglamento de la época, "hay que tener la pierna izquierda más adelantada que la derecha, debe haber dos dedos de distancia entre el cuerpo y la mesa, el brazo izquierdo debe estar, desde el codo, totalmente apoyado sobre la mesa", etc.

EL PLAN disciplinario que ha ido modelando la escuela también dispone de distintos métodos de vigilancia y control. Uno de ellos es, según Foucault, el examen. Su función es triple. Primero crear un campo documental y convertir a cada individuo en un caso susceptible de análisis. En segundo lugar, el examen permite clasificar y jerarquizar a los individuos. Finalmente, permite extraer un saber destinado al profesor acerca del modo como aprende el alumno. Sobre este saber se construirá la pedagogía.

Sin lugar a dudas, el momento más importante en la historia de la escuela es la promulgación de su carácter universal y obligatorio. La impulsaron las élites políticas e intelectuales de la Revolución Francesa para moralizar a las clases bajas y desactivar el peligro revolucionario. Así la defendió Jules Ferry: "Hay que acabar con las escuelas de la Iglesia porque permitir la libertad de enseñanza supone un peligro en la medida que permitiría a los revolucionarios de la Comuna abrir sus propias escuelas". En España, el Rector de la Institución Libre de Enseñanza dijo prácticamente lo mismo en 1901: "¿El movimiento social (obrero)?. No nos confundamos. Es vano acudir a la infantería o la caballería para poner fin a este mal. El problema social es el de la enseñanza integral, en virtud de la cual la masa indomable, solicitada por toda clase de tentativas entenderá y comprenderá sabiendo leer". Por tanto, la escuela universal nació para producir la clase de sujetos que los promotores del nuevo orden necesitaban.

No estamos entonces ante una institución preocupada por el crecimiento de la inteligencia sino por su domesticación. Por eso quien apuesta de veras por el conocimiento está obligado a desaprender lo que le han metido en la cabeza. Esto es más fácil hoy que en otro tiempo porque las sociedades son cada vez más dinámicas y heterogéneas, en consecuencia la compacta doctrina escolar resulta menos creíble y las ideas son despedidas por las neuronas más rápidamente. Hoy el conocimiento que más retienen niños y adolescentes les llega desde fuera de las instituciones. Principalmente de internet. La última fase en la construcción de la escuela tiene que ver con el desembarco de las ciencias psicopedagógicas. Al principio pedagogos, psicólogos, trabajadores sociales, sociólogos, etc. llegaron a la escuela para atender al inadaptado. Sin embargo, pronto su interés se orientó hacia todos los niños y todos fueron tratados como potencialmente desviados. De modo que hoy la vigilancia ya no la ejerce sólo el maestro sino un conjunto de especialistas que no dejan nada del niño en la penumbra. Además, la familia ha sido llamada a colaborar en el sistema de vigilancia total. Ningún adulto es objeto de tan intensa ni especializada vigilancia.

Pocos dudan que la escuela está en crisis. La proliferación de leyes y profesionales para apuntalarla, las bajas por depresión del profesorado, el buylling, etc, dan a entender que esa vieja institución en la que tantas esperanzas depositó la modernidad se tambalea. Para apuntalarla unos pretenden recuperar sus fundamentos disciplinarios. Otros, al contrario, olvidando la naturaleza de la institución, hace décadas que insisten en convertirla en un espacio de libertad y espontaneidad. Los resultados han sido desastrosos. Las experiencias de Summerhill en Gran Bretaña y Bonneuil en Francia son un claro ejemplo de esto. Ocurriría lo mismo si se quisieran transformar los manicomios, las prisiones, los centros de trabajo y otras instituciones disciplinarias similares en lugares de disfrute.

Cuenta una versión de la enseñanza budista mencionada al principio que el discípulo salió de la encerrona en la que le puso el maestro quitándole el palo y atizándole con él. Puso así de manifiesto que el problema no era elegir una otra respuesta sino la amenaza del garrote. En relación a la escuela, cada vez resulta más evidente que el problema no es ninguna de sus variantes sino la propia institución. Esto lo tenían muy claro ciertos analistas de los 70 cuando hablaban de "desescolarización obligatoria". Quizás haya llegado la hora de desempolvar sus ideas.

Educación casera

LAURA FREIXAS

¿QUIÉN PROTEGE la libertad y el derecho de los hijos? ¿Acaso son propiedad privada de sus progenitores?

Ha pasado casi desapercibida una concentración que tuvo lugar el pasado día 14 en la plaza Sant Jaume bajo el lema Por el reconocimiento de la educación en familia y, sin embargo, puede ser el principio de algo que dé mucho que hablar en los años que vienen. Pues ya se sabe que lo que empieza en Estados Unidos termina llegando tarde o temprano a estos pagos, y allá hay una corriente importante de lo que en inglés se llama homeschooling o escolarización en el hogar. Más de un millón de niños estadounidenses son educados en casa, lo que representa el 2,2% de la población en edad escolar; no es que sea un porcentaje muy alto, pero está creciendo: en el 2003 eran un 29% más que en 1999.

El homeschooling es un movimiento que empieza a finales de los años 60 y se justifica con argumentos típicamente americanos: cada persona - o cada familia- es única, diferente; la libertad individual es el valor supremo; cuanto menos intervención estatal, mejor. "La educación en el hogar", afirman sus defensores en una de sus páginas web, "reduciendo al mínimo la interferencia del gobierno, ha producido estudiantes bien preparados a un coste mucho menor que el de cualquier programa gubernamental". Aseguran que "la casa, la iglesia, el barrio, los amigos, los medios de comunicación, el centro comercial... son todos ellos instituciones educativas" y producirán "niños más sofisticados culturalmente que aquellos cuyas experiencias de aprendizaje se limitan a la escuela", una escuela en la que además, se quejan, abundan la droga, el sexo precoz y la violencia. Pero, de hecho, en todas las encuestas lo que aparece como motivación fundamental es la de orden religioso: el homeschooling es básicamente una expresión del fundamentalismo cristiano.

Aunque su versión española, la Asociación para la Libre Educación, afirma "no vincularse a ningún movimiento político, confesional o pedagógico" y cita como ejemplos de educación casera a Federica Montseny y a Mercè Rodoreda, al abordar la pregunta de por qué algunas familias eligen la educación en el hogar, la primera repuesta alude a "razones religiosas o ideológicas".

Sabemos por los historiadores que en los últimos siglos la familia se ha ido reduciendo - de varias generaciones y grados de parentesco reunidos bajo el mismo techo a sólo los padres y los hijos- y encerrando en sí misma. Pero la sociedad europea ha sabido crear instituciones, servicios, espacios, normas... de carácter público que compensaban esa atomización. Ahora, cada vez más, se abre paso entre nosotros la mentalidad individualista americana, que esgrime como bandera la libertad y el derecho de los padres. Pero ¿quién protege la libertad y el derecho de los hijos? ¿Acaso son propiedad privada de sus progenitores? Si aceptamos la educación en el hogar, ¿quién les garantizará la libertad de frecuentar a otras personas, acceder a otros conocimientos, entrar en contacto con otros valores, que no sean los de su familia (que en cualquier caso siempre tendrán en casa)? ¿Y el derecho a encontrarse en igualdad de condiciones, a tener el mismo punto de partida, que el resto de su generación? Eso por no hablar de cómo la proliferación de educaciones variopintas nos iría privando de una identidad compartida, de un terreno común, del sentimiento de formar parte de una colectividad...

Yo, desde luego, si mis padres me hubieran impedido ir a la escuela, el día que cumpliera la mayoría de edad me iría directamente a la comisaría más próxima a ponerles una demanda por secuestro.

El progresivo avance del homeschooling

Alejandra Carrasco

  •            Existen cerca de un millar de familias que han desistido de la opción de escolarizar a sus hijos en un centro educativo. Prefieren educar a sus hijos en casa y por sus propios medios. Sus razones son principalmente el poco éxito en la formación tanto intelectual como en valores. Los defensores de este sistema aseguran que los logros de sus hijos son evidentes, sobre todo en lo que se refiere a su madurez y a la actitud hacia el saber.


      Esteban y Toñi son un matrimonio de Barcelona que tiene dos hijos en edad de ir a la escuela pero ellos no los envían, lo que hacen es educarlos en casa. “Nosotros no estamos en contra de la escuela presencial porque entendemos que la Educación en familia es una opción minoritaria, pero es nuestra opción”, dicen. Una opción que cada día conquista más adeptos en España. Tanto que ya cuenta con una asociación que lucha porque se legitime y regule esta opción de enseñanza.

¿Qué es?


         Homeschooling es el nombre en inglés de la opción de educar en el hogar. Este método lleva años instalado en Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, donde además de poseer un estimable porcentaje de adeptos, está una legislado de forma adecuada. ero en España el homeschooling no posee regulación alguna. De hecho, con la implantación de la LOE, se impone la obligatoriedad de la escolarización tradicional desde los 6 hasta los 16 años. “Si un padre decide educar a su hijo en casa, debe someterse a un plan dado por el Ministerio de Educación, cosa que va en contra de la esencia misma del homeschooling, donde no hay plan, sólo estudios. No se trata de trasladar la escuela tal y como la conocemos en casa, sino hacer una Educación desescolarizada”, explica el psicólogo Peter Szil.

      Para los partidarios de la Educación en casa, las ventajas de este método radican, principalmente , en que se pueden adaptar a las necesidades individuales sin perder tiempo ni gastar demasiado. “El objetivo de la desescolarización es que no se produzca una quemazón cognitiva, como lo que pasa con la bulimia o anorexia, en otras palabras, se le impide al niño que su propio cuerpo lo guíe a lo que realmente necesita. Al final, lo que sucede es que se le mata el apetito natural por el conocimiento cuando se le obliga a tragar demasiadas cosas sin que él sienta hambre de verdad”, sostiene Szil.

Causas 

    
Los detractores del homeschooling critican que este sistema se sustenta sobre bases ideológicas, que a la par de promover un estilo de vida, pueden formar individuos no adaptados al sistema. “Un grupo de familias que ha optado por educar a sus hijos en casa considera que este modelo de Educación ayuda a los niños a ser más autónomos o independientes del modelo general de pensar. Pero pueden aparecer desviaciones filosóficas que abogan por una Educación como alternativa que escape al control y a las reglas, incluidas las familiares”, afirma Irene Briones Martínez, profesora de derecho eclesiástico en la UCM. Y aunque a veces exista la voluntad de cumplir con las expectativas sociales, no es suficiente. Este es el caso de los hijos de Milagros del Valle Puig.

      Traductora madrileña de 38 años, optó junto a su marido, por el homeshooling para formar a sus hijos de 11, 10 y 3 años, tras darse cuenta que en la escuela se les pasaba el día más en castigos que en aprender: “Nuestros hijos estaban más tensos, estresados y deprimidos; no mostraban interés en ir al cole porque tenían miedo a los castigos de los profesores (escribir 200 veces tal o cual cosa; no salir al recreo). Casi todos los días se quejaban de que los niños les decían algo por ser de ascendencia asiática, usando frases despectivas y racistas, entre otras amenazas”, recuerda Milagros, y destaca también que en esa época sus hijos perdieron todo interés por aprender, “ellos rechazaban las letras y también los números”, afirma.

¿Padres docentes?

  
Para Peter Szil, cualquier padre, con tal que sepa leer y lo básico en Matemáticas, ya puede optar por el homeschooling. “Un padre no necesita ser un doctor para guiar a un hijo. Hay que tener en cuenta que lo esencial es el aprendizaje, más que la enseñanza”, afirma el profesional. Pero no todos están de acuerdo con el psicólogo. “La Educación en el hogar presenta también múltiples inconvenientes. A través de un aprendizaje organizado, sistemático y significativo, la información que recibe el alumno se transforma en conocimiento, y eso sólo se consigue en el aula. Por eso la figura del profesor ha sido, es y será insustituible”, expresa Javiar Carrascal, de ANPE.

      Los padres, en tanto, se las ingenian. “Nosotros usamos los libros de texto como guía, pero aparte, los niños realizan proyectos sobre temas de su interés. Recurren a enciclopedias, información de internet, revistas, periódicos; hacen manualidades con materiales que buscan en la naturaleza; escriben cuentos en los dos idiomas en que estudian; en ocasiones, trabajan en grupo con otros niños educados en casa”, explican Esteban y Toñi.

      Los padres también han comprobado avances en el caso de Milagros del Valle, “yo no puedo comparar mis hijos con otros chicos de su edad, pero antes, cuando mi hijo menor iba a la escuela, por mucho que intentáramos apoyarlo con la lectura y las Matemáticas, no le entraban. Cuando le desescolarizamos hace más de tres años, no le presionamos. Al poco tiempo, nos pedía libros de regalo y hasta hoy ha leído libros como Éragon y Eldest, bastante larguitos. A ellos les interesan cosas diferentes, desde Historia de Roma a cómo comen en tal país; desde cómo brota una semilla hasta porqué en África hay miseria. También los niños decidieron, por sí mismos, no ver más la tele porque no les aportaba nada”, concluye.

Algunas precisiones

 
No todos los sistemas de Educación en casa, son iguales. Al revés: Cada padre adopta el sistema que más le convenga.

Los métodos que poseen más aceptación son los siguientes:

      Homeshooling: Educación en casa, pero siguiendo la planificación y el curriculo tradicional.

      Unschooling: O negación total de la escuela tradicional. Surge como consecuencia del fracaso educativo de los setenta en EEUU. Consiste en educar sin contenidos o curículo y que sea el mismo alumno quien aprenda guiado por su curiosidad natural.

      En España, la asociación ALE decidió no usar estos nombres y optar por el de Educación en Familia para destacar esta característica y distanciarse de los métodos de otros países. En todo caso, por lo general los padres optan por un sistema mixto de enseñanza.

Situación legal países europeos y EE.UU.


       * Portugal: La legislación consagra a los padres como los primeros responsables de la Educación de sus hijos y prevé tres fórmulas de Educación: Pública, privada y en familia. Para optar por la opción de la casa, la familia ha de comunicarlo a las autoridades del área educativa y deberá someter a sus hijos a pruebas de evaluación a los 4, 6 y 9 años.

      * Reino Unido: La Educación en casa es legal en este país, de hecho, existe un importante número de niños que se educan en el hogar y hay además asociaciones y grupos de apoyo. La Sección 7 de "The Education Act 1996 reza: “Los padres de los niños en edad escolar les darán una Educación eficiente y a tiempo completo adecuada para su edad, habilidades y aptitudes y toda la Educación especial que puedan necesitar, ya sea mediante la asistencia regular a una escuela o de otra manera”.

      * Italia: El decreto legislativo de Abril de 1994 establece: “Los padres pueden asumir personalmente la enseñanza (obligatoria) de sus hijos. Los padres que eligen esta opción han de demostrar capacidad económica y técnica para asumir la enseñanza de sus hijos y comunicarlo anualmente a la autoridad educativa correspondiente”.

      * Francia: La no escolarización es legal desde 1882. Si un padre opta por educar en casa, deberá comunicarlo por escrito a la autoridad competente”, explica su legislación. Además, el Estado Francés facilita la obtención de los títulos oficiales a través de convocatorias libres a los mismos, en los que no se establece la edad mínima para su obtención, ya que el propio candidato deberá evaluar si está listo para ello.

      * Estados Unidos: El homeschooling nació a comienzos de los 80. Quizás el detonante para la eclosión de este movimiento fue la publicación en abril de 1983 de un informe demoledor del gobierno federal sobre el sistema estadounidense titulado: “Una nación en riesgo”. Las conclusiones del documento pueden resumirse en una frase: “Si un enemigo extranjero hubiera intentado imponer en América el mediocre sistema educativo existente, se habría considerado un ataque de guerra”.

      * España: La escolarización es obligatoria desde los seis hasta los 16 años. Sin excepción.

“Nuestros hijos tienen derecho a educarse en casa” 


Juan Carlos Vila (42 años y filósofo de profesión) eligió junto con Carmen, su esposa, la Educación en familia como opción para sus dos hijos (hoy de 13 y 15 años). Esto fue hace cuatro años, después de que el sistema tradicional no les diera una respuesta satisfactoria al problema de dislexia que presentaba uno de sus hijos. Hoy es presidente de ALE, una asociación surgida a finales del 2002 y que lucha porque se legitime el sistema de libre enseñanza en España.

      ¿Podrías explicar lo que es ALE?
Esta es una asociación de familias que ejercen la opción de la Educación en casa y que quieren que dicha alternativa se regule en España, de la misma forma que ya está regulada en Portugal, Italia, Francia e Inglaterra, por ejemplo. Por otro lado, ALE también pretende apoyar a los padres en este difícil desempeño, formando redes de apoyo entre sus socios.

      ¿Cuántos miembros posee ALE en España?
En este momento somos algo más de un centenar de familias asociadas en el país. La concentración mayor de socios la tenemos en Cataluña. En todo caso en ALE están asociadas no más del 10% de todas las familias que se supone ejercen esta opción educativa en nuestro país.

      ¿Cuáles son sus objetivos y qué metas han conquistado en el último tiempo?
Nuestro principal objetivo es defender el derecho de las familias a educar en el hogar, y eso llevamos haciéndolo desde que nacimos, desde entonces, llevamos contactos a nivel estatal y autonómico, para intentar lanzar iniciativas legislativas a favor de nuestra opción. Durante la tramitación en el Senado de la Ley Orgánica de Educación (LOE), se presentó por parte de la senadora Asumpa Baig una enmienda, que pretendía añadir una modificación que pudiera amparar el desarrollo posterior de un reglamento que vendría a modificar la Ley Orgánica del Derecho a al Educación (LODE) en la parte del derecho de los padres para tomar las riendas en la Educación de sus hijos. No prosperó, por lo que en este momento estamos en un proceso de sensibilización hacía los políticos, para que nos puedan apoyar, cualquiera de ellos, porque no tenemos afiliación política.

      Se dice que la opción del homeschooling posee un sesgo religioso...
Mira, el único país donde sucede eso es en Estados Unidos. Nuestras razones son principalmente ético-pedagógicas. Los asociados de ALE que optaron por la razón religiosa son una minoría, casi todos son evangélicos y tenemos apenas dos familias musulmanas. Esto sucede por algo muy simple: las minorías religiosas casi siempre son de inmigrantes, y ellos necesitan los dos sueldos de los padres, no se pueden dar el lujo de prescindir de parte de sus ingresos para quedarse en casa educando a los chavales.
Por otro lado, nosotros no hablamos de homeshooling, preferimos usar “Educación en familia”, porque no defendemos ningún estilo de Educación en casa. Sólo luchamos por que los padres tengan derecho a decidir la forma de Educación que quieren entregarle a sus hijos.

Socialización a debate

    
Muchos han discutido si la Educación en casa puede socializar correctamente a los menores, "esta opción alberga un proyecto hermoso, pero al mismo tiempo contiene graves riesgos, como la marginación y la falta de libertad crítica, ya que los padres deciden que sus hijos formen su conciencia en el marco de la familia”, afirma Irene Briones, de la UCM. A esto el psicólogo Peter Szil responde ”es un mito muy extendido de que sólo se socializa en la escuela, que nació hace apenas 200 años, los niños se han socializado desde siempre. Es más, en la escuela se está produciendo una suerte de socialización negativa, donde la presión de grupo, y las constantes agresiones, le hagan más mal que bien a los pequeños, que pueden socializarse en un grupo scout, en el parque, en clases de violín etc. Decir que un chaval se socializa sólo en la escuela es tan falso como afirmarque un hombre se hace tal por hacer el servicio militar”, expresa el profesional.

MAGISTERIO. Nº 11712 - 07/06/2006

La desescolarización como activismo político

Camy Matthay (*)

"Goce y deleite, un credo simple para la infancia" Wordsworth

Los padres desescolarizan a sus hijos en América por muchas razones, pero el principal motivo es generalmente el de protegerlos contra un entorno que ven incapaz de llenar sus convicciones sobre cómo los niños deberían crecer y ser educados. En general, los padres "de derechas" desescolarizan a sus hijos para protegerles de ideas y valores que entran en conflicto con sus creencias religiosas, mientras que los padres "de izquierdas" que desescolarizan a sus hijos lo hacen motivados por el deseo de proteger a sus hijos de un entorno que ven como incompatible con su vida creativa.

Yo me encuentro a la extrema izquierda del espectro ideológico; esperar que mis hijos gasten las mejores horas de su infancia en un relativo retiro de la vida, habría sido la peor forma de hipocresía de mi código de valores. Además, dado que desde mi propia experiencia la escuela había reprimido mi pensamiento y falsamente inflado mi ego, era imposible para mi pretender que mis propios hijos, incluso si se clasificaban entre los mejores, pudieran sobrevivir a la experiencia escolarizadora éticamente inmunes.

Más allá de mi cautela sobre la estatalización de la infancia, el estilo de educación que había adoptado (desde el nacimiento de mi primer hijo) predecía una ruptura radical en línea con los lazos y obligaciones a los que me sentía vinculada. Había gastado años tratando de honrar el trabajo maternal en una sociedad que esperaba de las mujeres que hicieran del ganar dinero la máxima prioridad. Aunque otros trataban de convencerme de las virtudes de enviar a mis hijos a la escuela y "cambiar de vida", pero yo estaba encantada con la vida que tenía. Me gustaba estar con mis hijos; se clasificaban entre los más entretenidos y -en los cinco años que habíamos compartido hasta la fecha- fueron los mejores maestros que tuve; me convencieron a través de su incesante deseo de saber más, de explorar más, de querer más complejidad, de que ninguna forma de oscurantismo y confinamiento haría que su compromiso en el mundo no fuera creciendo de forma cada vez más sofisticada. No podía sentirme satisfecha "delegando" la tarea de criarles y educarles hacia gente que no conocía.

Según pasaban los años, y tantas de mis presunciones sobre el aprendizaje fueron derrumbándose una a una, me alegró profundamente que no me hubiera sumergido en la ilusión de la escuela como una gran institución de carácter benigno. Separada de una de las ideas más preconcebidas en la vida de las familias americanas, me di cuenta de que las escuelas no podían ser sensibles a los diversos estilos de aprendizaje que los niños desarrollan, ni ser realmente sensibles a las diferencias en el desarrollo que existe entre niños de una edad dada. Vi como las escuelas dañan a los niños mediante la estratificación en estrechas clases por niveles, animándolos a que compitan unos con otros, obligándoles a realizar (a menudo pesadas) tareas, comparando sus logros según estándares externos, recompensando a "los mejores y más brillantes", y denigrando al resto. En definitiva, procesos que antes parecían normales e inevitables ahora me parecían inhumanos y absurdos.

Desde mi propia experiencia en la escuela sabía de que forma estaba limitada la simpatía de los profesores por la gran cantidad de habilidad y talento que existe en los niños. Vi como la forma que mis propios hijos daban a sus intereses académicos, superpuesto contra el típico currículo escolar de las "seis áreas principales", podría llegar a parecer menos que cuidados y limpios hexágonos, realmente unas formas de pulpos con tentáculos de varios tamaños; sus habilidades e investigaciones sobre el mundo eran así de únicas. Teniendo en cuenta la relativa libertad con la que mis hijos podían dar forma y estructurar sus propias vidas, comprendí lo que John Holt, autor de "How Children Fail", quería decir cuando escribió que las escuelas eran lugares tristes para los niños; que los niños se merecían mucho más puesto que por naturaleza eran muy curiosos, tan deseosos de participar en la vida social de un lugar dado, y tan abiertos a la bondad.

Además, me di cuenta de que pese a que el propósito formal de las escuelas -públicas o privadas- es educar, como instituciones, su propósito primordial es, sencillamente, mantenerse en el negocio. De esta forma, inmensos recursos que de otra forma podrían haber sido usados para actividades sociales más valiosas, fueron desviados para apoyar toda la infraestructura burocrática. Un corolario de esto es que los profesores, especialmente, aquellos de escuelas públicas, no pueden ser ni la mitad de creativos de lo que les gustaría puesto que su seguridad laboral descansa en su propia conformidad con los estrechos métodos prescritos sobre instrucción y sobre estándares que deben ser alcanzados según dictados de políticas estatales.

Una de las cosas más difíciles de entender para la gente común es que si a los niños no se les manipula contra su voluntad, sino que se les apoya con recursos que desarrollan sus necesidades declaradas, raramente su deseo de alcanzar determinado grado de competencia va a fallarles. Y esto sin hacer la menor alusión a los extraordinarios logros alcanzados por los niños que son animados a experimentar y desviarse, y que son libres de utilizar a toda la comunidad como un recurso para el aprendizaje.

Los niños, como cualquier padre sabe, son insaciablemente curiosos cuando no se sienten reprimidos por ello. Pueden ser tan francos y deseosos por captar información que llegan a ser fatigantes. Este tipo de deseo y energía es inagotable; como único fuerza motivadora, puede llenar toda una vida de preguntas. Solo esta observación pudiera ser suficiente para convencernos que los niños no necesitan "maestros" o escuelas. Para aquellos de nosotros que gastamos años en la escuela esperando a que nos enseñaran el currículo "estándar" por medio de individuos convenientemente "certificados", esto es una idea muy difícil de intuir. Sin embargo, cuando escudriñamos a través de nuestra propia experiencia, nos damos cuenta de que el aprendizaje es independiente de la enseñanza. Tal y como Peter Elbow escribió en "Writing Without Teachers", desde que los "estudiantes pueden aprender sin profesores aunque los profesores no pueden enseñar sin estudiantes, la principal dependencia no es de los estudiantes sobre los profesores, sino de los profesores sobre los estudiantes". Lo contrario parece ser cierto solo cuando hemos llegado a aceptar inconscientemente que las funciones de enseñanza están concentradas en una clase de especialistas profesionales capaces de hacer su trabajo solo en lugares especializados.

Antes de los años 1830, por ejemplo, antes de que se estableciera la escolarización pública, los niños eran educados por sus padres, por sus vecinos, en sus comunidades; la "función" de enseñante estaba distribuida por toda la comunidad. A ningún padre se le hubiera ocurrido cuestionar su propia habilidad para ayudar a sus hijos a hacerse miembros útiles de la sociedad; la vida estaba llena de trabajo necesario, y los niños eran bienvenidos, sino incluso se esperaba de ellos que observaran, que escucharan y que participaran de lleno en tanto que podían trabajar en el trabajo que veían a su alrededor. En esa época de la historia, en las comunidades vitales que existían, pocos padres hubieran dudado de su habilidad para ayudar a sus propios hijos a alcanzar metas.

Hoy en dia, la respuesta más frecuente que oigo de padres que se plantean la idea de desescolarizar a sus hijos es que "no podría hacerlo", e incluso, "jamás seré capaz". Esta falta de auto-confianza sugiere muchas cosas malas, pero en su forma más general y ubicua, creo que revela hasta qué punto las escuelas han cumplido su misión de subyugar a las masas a las que pretenden "educar". Cualquiera que sea la razón, esta declarada incapacidad para tomar responsabilidades . También sugiere hasta qué punto los padres han renunciado a su independencia y su autonomía familiar para delegarlo en individuos "mejores" que ellos mismos; también sugiere de qué forma los padres confían las funciones de canguros a las escuelas; los niños son cuidados allí mientras sus padres trabajan para proveerse de todas las necesidades familiares de protección, abrigo, sustento, y el pago de todas las facturas necesarias para alcanzar una determinada posición social en la sociedad.

Las escuelas, consideradas como lugares que habitualmente juzgan y estratifican a los seres humanos, han jugado un rol significativo en el cultivo de la sumisión a principios autoritarios y jerarquizantes. Una crítica rotunda y sin ironías diría que las escuelas jamás fueron pensadas para educar y formar a un cuerpo políticamente activo de ciudadanos, sino para inculcar hábitos de obediencia y puntualidad dentro del orden industrial emergente; que los arquitectos del sistema educativo americano tenían una preocupación obsesiva por la productividad industrial y el orden social, y que las escuelas fueron diseñadas para crear una masa laboral absolutamente obediente. John Taylor Gatto, autor de "Dumbing us Down", lo resumió de esta forma: "las escuelas enseñan exactamente lo que se diseñó para lo que fueron creadas y lo hacen muy bien: cómo ser un buen egipcio y permanecer en tu puesto de la pirámide."

¿Necesitamos escuelas? No. Los niños al menos no. Mejor dicho, ocurre justamente lo contrario. La cuestión más pertinente que sigue latente desde hace ciento setenta años es: ¿quien necesita escuelas?. Bueno, está claro quien va a perder su puesto si los niños dejan de ir a la escuela. Profesores, administradores y corporaciones que proveen de materiales y servicios que nunca se llegarían a comprar fuera de las escuelas, como libros de texto y esos menús escolares tan "nutritivos". Actualmente los profesores, al menos los mejores, no necesitan más la escuela que lo que lo necesitan los niños. Sin embargo, mientras que ser profesor suponga suplantar a los padres o a la guardería, las comunidades necesitarán a los profesores puesto que muchos padres no están particularmente interesados en una vida con hijos. Necesitamos desesperadamente profesores que entiendan que cuidar a los niños, fomentar su crecimiento, y hacerlos socialmente aceptables es una labor de conciencia.

Si enseñar significa "impartir conocimientos o habilidades específicas", pero no una "instrucción sistemática" (definición de educación del diccionario Webster), también pienso que los profesores pueden ser útiles, incluso críticos, pero solo en un contexto donde el estudiante inicia la relación y tiene control sobre la amplitud y la duración de ese compromiso. Este tipo de relación sería muy diferente de la asimetría autoritaria que se encuentra en las escuelas; los profesores en la escuela tienen el derecho a mandar y, correlativamente, el derecho a ser obedecidos.

Una relación donde los estudiantes contraten libremente a sus propios tutores y hagan sus propios planes de estudio sería algo diferente. La antigüedad del tutor no podría volverse en arrogancia o abuso sin que supusiera una multa. A pesar del grado de conocimiento que el presunto tutor pueda tener en su respectivo campo de conocimiento, si su talento no está compensado con amabilidad y respeto, su rol instructivo se convertiría en algo más escabroso; los estudiantes que están desilusionados podrían volver su atención hacia otro sitio.

En mi opinión, esta es la única relación educativa posible. Sería un gran logro que los propios alumnos estuvieran tan impresionados por su trabajo que desearan no perder guía y apoyo de su parte. En una comunidad donde este tipo de relaciones son tan valoradas, la calidad de la enseñanza y del maestro estarían en continua mejora a través de la auto-corrección. Se deberían otorgar honores a los profesores que fueran requeridos de ayuda e instrucción, y que los malos profesores fueran marginados hacia el olvido.

¿Pero que pasa con los buenos profesores que hay en las escuelas?. ¿Y qué hay de las escuelas?. De nuevo, los que desescolarizamos no nos damos cuenta del hecho de que miles de personas cariñosas trabajan en las escuelas como profesores, cuidadores y administradores. Sin embargo, creemos que la lógica abstracta de las escuelas y las instituciones y, especialmente, de las escuelas como instituciones al servicio del estado (ahora redefinidas para adaptarse a las necesidades de sus patrocinadores corporativos) sobrepasa las contribuciones que cualquier individuo pueda hacer para ayudar a los niños para dirigir sus propias vidas con dignidad e integridad. Las escuelas públicas no pueden hacer esto porque los criterios de objetivos cuantitativos y las exigencias de una clase de "copistas" de, por ejemplo, veinticinco alumnos enseguida requiere medidas de subyugación de estudiantes. Aunque se suele creer que las escuelas privadas mejoran en mucho estos detalles, realmente, raramente lo hacen. Detrás de su fachada elitista, ideologías variadas, e incluso con un currículo centrado en el alumno, las escuelas privadas no son inmunes a los peores defectos de las escuelas públicas: el intento de dirigir y restringir las vidas de los niños.

Como ya lo expresara Grace Llewellyn en su libro "The Teenage Liberation Handbook", "la abrumadora realidad de las escuelas es el CONTROL". Puesto que las escuelas controlan a los niños mediante el establecimiento de estándares para que sean o no sean superados, y como escribió John Taylor Gatto, "mediante la apropiación del cincuenta por ciento del tiempo total del joven, mediante su enclaustramiento con otros jóvenes de su misma edad, mediante el toque de sirenas para empezar y terminar el trabajo, mediante los requerimientos para que piensen lo mismo a la misma hora de la misma manera, mediante su graduación como graduamos a los vegetales por su grado de maduración y otras tantas estupideces". De esta forma los padres acaban descubriendo que un lento y orgánico proceso de auto-conciencia, auto-descubrimiento y cooperación es lo que se necesita para que cualquiera crezca y se desarrolle con toda su humanidad intacta.

En fechas tan tempranas como 1839, Orestes Browson, uno de los más agudos críticos del sistema escolar, escribió que aquellos en favor de la institucionalización de los niños habían olvidado que los niños eran "mejor educados en las calles, por la influencia de sus cercanos, en los campos y las laderas, por la influencia del paisaje que les rodeaba y los cielos eclipsados ... por el amor y el respeto, o la cólera y las inquietudes de sus padres, por las pasiones afectos que veían manifestarse, las conversaciones que escuchaban, y sobre todo por el interés general, hábitos, y tono moral de la comunidad". Las escuelas quitaron el potencial de los barrios y comunidades de ser, como siempre lo habían sido, las mejores escuelas para la vida cívica y reforzaron la más detestable característica de las sociedades clasistas, la separación del aprendizaje de las experiencias vitales.

Bajo el pretexto de ofrecer a los padres un servicio, que los padres están a menudo obligados a aceptar-a veces hasta a punta de pistola-, las escuelas debilitaron a las familias y reemplazaron gran parte del "placer y libertad" de los niños por una clase. El sistema, de esta forma, proveyó una justificación para la gravar fiscalmente a sus ciudadanos y un mecanismo para fabricar conformidad a las necesidades del orden industrial emergente. Ignorantes de la historia de la resistencia a su implantación que supusieron sus primeros años de extensión como sistema obligatorio, la mayoría de los padres de hoy están agradecidos por este servicio prestado que disminuye su riqueza y libertad. Este proceso ejemplifica el significado de lo que Noam Chomsky llamó "la creación de ilusiones necesarias",en este caso, la indignación histórica de los padres contra la escuela obligatoria se transmutó hacia una valoración de los "expertos" que saben mejor.

Si las escuelas no hubieran hecho nada más daño que quitar tiempo y libertad a los niños que de otra forma hubieran tenido que utilizar a toda la comunidad como una fuente de aprendizaje, ya sería suficientemente depresivo. Pero es que, además, mediante la imposición de estándares contra el que progreso de los niños es medido, las escuelas perjudican la auto-estima de los niños -y no solo de aquellos que no encajan con su modelo de desarrollo, sino a todos los niños ya sean calificados como que "progresan" o "no progresan" adecuadamente. Las escuelas ridiculizan la ideología igualitaria y causan más daño a la dignidad de los niños cuando se les requiere que compitan para su promoción, recompensas y puestos de privilegio en el podio de seres "superiores".

John Holt, considerado por muchos como el padre del movimiento "crecer sin escuela", subrayó el efecto nocivo de los test de medida sobre los niños cuando escribió, "pienso que la única manera en que los niños, o quizás cualquiera que tenga un mínimo sentido de la dignidad, competencia, valor, y auto-estima es teniendo éxito dentro de sus propios varemos para su propia satisfacción personal, no la de ningún otro, en tareas que él mismo ha elegido. No se sentirán así aprendiendo a saltar por el aro que cada vez sostenemos más alto...Sol cuando eligen una tarea y la culminan para su propia satisfacción que consiguen este sentido de crecimiento y desarrollo".

Mientras que las escuelas remiten y crean dependencia respecto a estándares externos (cada vez más influenciados por el poder de las corporaciones), los que desescolarizadores pretenden fomentar la auto-confianza intelectual. Mientras que las escuelas miden a los niños y encierran su pensamiento hacia una uniformidad dada, los desescolarizadores alientan a los niños a medir sus propios progresos y crearse su propia mentalidad en un contexto de un mundo complejo de opiniones encontradas, ofuscaciones y muchas otras historias.

Más allá de la pregunta de qué hacen las escuelas a los niños, necesitamos hacernos la pregunta de qué es lo que las escuelas hacen por los niños. Las escuelas, como se suele decir, proporcionan a los chicos las oportunidades para progresar en la vida. Esto es cierto. Las escuelas funcionan como "escenario" donde los niños son deslumbrados de varias formas por la "promesa" de una ideología meritocrática y así se les enseña a competir por una "vida fácil". Las escuelas separan a los niños superiores de los inferiores, cuyos fracasos, obviamente, no son responsabilidad del sistema, puesto que a los perdedores, después de todo, se les da las mismas oportunidades para tener éxito. De esta forma las escuelas juegan su rol en la sociedad americana como un sistema de reclutamiento de élites aparentemente justo y democrático.

El sistema, sin embargo, es meritocrático y es, de hecho, una parodia de la democracia, puesto que la igualdad de oportunidades de progreso que ofrece la meritocracia en la teoría son (como todos saben) desiguales. La noción que la educación pública y superior es una eficiente e igualitaria cinta transportadora para las ambiciones conlleva un malentendido fundamental. Cualquiera que eche una ojeada a la historia de la educación obligatoria en América no puede dudar de que las escuelas han traicionado aspiraciones mas a menudo que verlas cumplidas o realizadas. Lejos de aumentar la capacidad del pueblo para ejercer su ciudadanía, alentar la participación ciudadana en los asuntos públicos, y "democratizar la inteligencia", el sistema meritocrático educacional simplemente promueve una forma de reclutamiento de las élites desde una base más amplia mientras que abandona al resto de su capacidad de disenso o imaginación minando su auto-estima. Aquellos que se quedan atrás en el sistema llegan a creer que los problemas que afrontan son el resultado de sus propios fracasos que deberán afrontar en vez de identificar la situación como una consecuencia de un fallo del sistema de una sociedad estructurada en la supremacía y la sumisión.

El proceso de reclutamiento selectivo en las escuelas es una de las mejores estrategias de auto-defensa de las élites dirigentes puesto que priva de los mejores talentos de las clases bajas y les aparta de su potencial liderazgo. Además, como Christopher Lash ya señaló en "La Rebelión de las Elites", la meritocracia consigue el efecto de hacer que las nuevas élites se sientan más arrogantes y seguras permitiéndolas mantener la ficción de que las posiciones conseguidas en los escalones más altos de la sociedad descansan exclusivamente en sus propio talento y diligencia. Elevados en la arrogancia de pensarse que se han hecho a si mismos, estas nuevas élites tienen poca conciencia de lo que otros han sacrificado en su lugar. Tienden a guardar las apariencias respecto las obligaciones ancestrales y cívicas y funcionan como si el orden social que los soporta por debajo no tuviera existencia real o relación con sus vidas. Finalmente, tienen toda la riqueza para convencerse a si mismos de que es así.

Precisamente porque se sienten a gusto en su ignorancia, las nuevas élites mantienen la distancia respecto a las injusticias y tienden a ejercer el poder que ostentan de forman irresponsable y sin condescendencias. "Su falta de gratitud", escribió Lasch, "descalifica a las élites meritocráticas de sus obligaciones de líderes ya que están menos interesados en el liderazgo que en escapar del común - que es la definición más ajustada de lo que supone el éxito meritocrático".

Además, resulta que los métodos utilizados por el establishment para seleccionar a los "valiosos" y promocionar el sistema meritocrático simplemente sirve para reforzar la actual distribución de riqueza y poder. Allan Hanson, por ejemplo en "Testing Testing: Social Consequences of the Examined Life", estableció que "los tests de inteligencia han sido diseñados en parte para promover la igualdad de oportunidades, pero resulta que lo que los test miden correlaciona perfectamente con los ingresos medios familiares". Es decir, que los test que se utilizan en las escuelas para identificar a los mejores y más brillantes están orientados en favor de los niños ricos.

Ya sea porque nuestra social aun está estructurada en privilegios hereditarios o en principios meritocráticos es una cuestión menor porque en ambos casos se concentra el poder y los privilegios en una pequeña clase especializada. Aunque muchos Americanos se quedan satisfechos atacando a los antiguos privilegios de poder, "la aristocracia del talento" que ha emergido en el último siglo ha demostrado ser mucho más despiadados que sus antecesores quienes al menos estaban familiarizados con la tradición de "nobleza obliga". Estas élites, móviles y cada vez más globalizadas en general, rechazan estar ligadas a una nación o comunidad y están aisladas en su poder y riquezas que no sienten necesidad de preocuparse de lo que ocurre en cualquier lugar concreto. "Uno no piensa en superarse haciéndose más bueno en lo que uno sabe hacer o asumiendo alguna responsabilidad en las condiciones de su entorno", escribió Wendell Berry en "The Unsettling of America", "sino que uno piensa en mejorar...ascendiendo a un lugar de mayor consideración en la escala social".

La adquisición y la ostentación son las fuerzas motoras de los meritócratas, su última tendencia, la zanahoria cultural de la vida americana. De ahí que la creciente confluencia entre corporaciones y escuelas sea tan peligrosa. En la embestida de fuerzas que promocionan el deseo material, los niños, siempre tan vulnerables e impresionables tienen todo que perder y las poderosas corporaciones tienen todo que ganar colonizando las mentes de sus futuros consumidores. Mientras que el orden industrial emergente requirió una clase trabajadora obediente, la supervivencia del orden corporativo requiere una clase consumista obediente.

Las escuelas siempre han apoyado sociedades basadas en la jerarquía, el privilegio y el poder. En América, toda la noción de "movilidad social a través de la educación" es engañosa; es aquí donde la conciencia revolucionaria ha hundido sus raíces en la presunción del ascenso social, como la verdadera meta del "Sueño Americano". Cuando la ambición ya no busca ser competente, cuando ascender aparece como la única cosa por la que vale la pena luchar, uno acaba más fácilmente encadenado a la creencia de que el dinero es el objetivo más adecuado en una vida de trabajo, más que trabajar para redefinir el concepto de "Sueño Americano" o para luchar contra las injusticias y la jerarquía de privilegios y poder en América.

La mayor parte de los Americanos son tan ignorantes sobre su propia historia, que no saben, escribió Lasch, "que la promesa de vida americana que se identificó con la movilidad social solo tuvo lugar cuando las interpretaciones más optimistas sobre las oportunidades para todos habían empezado a desvanecerse." Hoy, los americanos están tan marginados, o están tan imbuidos por la economía dirigida hacia el consumo compulsivo, que son incapaces de ver como son manipulados por un sistema que valora el dinero sobre la humanidad, el poder sobre la verdad, y la obediencia sobre la creatividad. La saturación de esta generalizada epidemia de ceguera social es fácilmente resaltable por el hecho de que los que luchan en favor de los nuevos movimientos sociales (por ejemplo, feminismo, derechos para gays) pretenden su inclusión en la estructura social dominante más que una transformación revolucionaria de las relaciones sociales. En vez de desarrollar nuevos patrones para nuestra vida cotidiana, la gente lucha para alcanzar los mismos derechos y cuotas que los que están en el poder; en vez de tratar de cambiar la sociedad desde dentro, los activistas ponen todo su esfuerzo en llamar a la puerta del reino de los poderosos. Sería interesante conocer cuales eran esas "más esperanzadoras interpretaciones de oportunidad" que perdimos, o que nos fueron robadas hace ciento setenta años por el establishment educacional.

No todo el mundo parece darse cuenta de que lo que la historia pretende enseñarnos es lo que es humano y lo que los humanos somos capaces de hacer. No todo el mundo tendrá la energía para deconstruir lo que es falso en sus vidas, para construir visiones diferentes del orden social. Estoy segura de que cuanto más ha sido uno escolarizado más difícil es descubrir o darse respuestas a estas cuestiones, principalmente debido a la creciente conjunción de intereses entre el mundo académico y la política estatal, que funciona dejando a sus intelectuales en su rol de comisarios de la cultura y la sociedad. Tal y como Noam Chomsky señaló en "Manufacturing Consent", el establishment intelectual funciona como un asistente adjunto de las élites directivas, siempre estarán sujetas a los mayores niveles de adoctrinamiento.

Teniendo en cuenta lo que la filósofa social Hannah Arendt escribió una vez, que "el propósito de la educación totalitaria nunca ha sido el de inculcar convicciones sino el de destruir la capacidad de formarse una cualquiera". Yo añadiría que las escuelas son uno de los más opresivos mecanismos de la sociedad americana, un "cerebro industrial" cuyo mayor logro ha sido el de ayudar a fracasar la conciencia social y la imaginación.

Para entender este mundo y sus injusticias, es necesario distanciarse de los instrumentos (televisión, por ejemplo) y de los lugares de adoctrinamiento. Cuando te aíslas de los medios de comunicación controlados por las corporaciones, de las escuelas estatales y de las corrientes culturales al uso, cuando el mundo está por fuera de la puerta y tu familia está dentro, muchas puertas hacia otras percepciones se abren. Cuando el centro de tu vida se revuelve hacia ti mismo como lo más importante y tus hijos como valiosos por si mismos, entonces está claro que las oportunidades que la escuela proporciona solo sirven para el propio interés del Imperio Americano que se va a estrellar en su carrera hacia el futuro.

Visto desde fuera de las escuelas, uno puede reconocer la naturaleza antidemocrática y de explotación del sistema meritocrático educacional y darse cuenta de la absurdidad que suponen los esfuerzos para unir la ideología igualitaria con las estructuras jerárquicas. Es fácilmente observable que la promesa de "oportunidades" es una mentira construida sobre una visión absolutamente ñoña sobre lo que es la humanidad y las convicciones vitales. Uno puede llegar a soñar con un tipo de sociedad como la que tenía en mente R.H.Tawney cuando escribió en "Equality" que "las oportunidades de ascenso no son un buen fundamento para una civilización" y que "la dignidad y la cultura" son necesarias para todos, "ya se suba o no". Uno llega fácilmente a darse cuenta de que las claves para construir una sociedad justa no se pueden encontrar cerca de los centros de poder e influencia.

Tengo que reconocer, no obstante, que todos estamos involucrados en un punto concreto de una sociedad dada, espero que mis hijos entiendan mi disenso respecto a las corriente cultural dominante. Si fuera capaz de inculcar en ellos objetividad sobre la "tormenta" de falsas esperanzas que produce nuestra sociedad, creo que su capacidad para pensar y creer en si mismos no estará tan castrada como la mía durante mis años de permanencia en la escuela. Mi mayor anhelo es que mis hijos conserven la mente preclara, que guíen sus vidas de forma respetuosa hacia los demás, y que comprendan el valor de trabajar para crear comunidades auto-centradas y auto-gobernadas. Me gustaría que fueran más útiles que importantes en la sociedad y que valoraran la verdadera felicidad, que no se puede comprar en los grandes almacenes. Quiero que sean capaces de discernir y actuar consecuentemente hacia la justicia y la verdad.

*Camy Matthay es escritora y madre involucrada en el movimiento desescolarizador. Vive en Brooklyn, Wisconsin.

Educación infantil: saber sin pisar la escuela

La revistilla nº 17

La desescolarización voluntaria significa que los padres toman la responsabilidad por la educación de sus hijos. Las razones pueden variar mucho.
Algunos niños han ido al colegio, pero han sufrido allí y los padres han sido suficientemente sensibles como para ver lo que pasa con sus hijos. Junto con ellos han tomado la decisión de no seguir en la escuela.
Otros padres han visto como sus hijos cambian después de un tiempo en la escuela, como dejan de ser felices y abiertos o hasta se vuelven depresivos y violentos.
Para otras familias el no llevar los niños a la escuela ha sido algo completamente natural, una continuación de su vida con sus hijos antes de la edad de los 6 años. No quieren romper la relación y sus actividades con su hijo/hija solamente porque se dice que en una cierta edad tienen que empezar en la escuela.
Otros padres parten de una crítica contra el sistema educativo, y han visto que los niños pueden aprender igual o mejor en casa y además tener muchomás tiempo para jugar y hacer otras cosas.
También hay familias que educan a sus hijos en casa por razones religiosas. No sólo hay muchas razones para la desescolarización, sino que también hay muchas formas distintas de llevarlo a la práctica. Cada familia tiene la posibilidad de buscar la forma que más le sirva. Algunas siguen los libros del colegio y algunas pocas se han puesto de acuerdo con las autoridades para que los niños vayan a la escuela de vez en cuando para examinarse. Algunas familias dedican de 2 a 4 horas al día al trabajo escolar, mientras otras no siguen ningún horario, sino que los padres se disponen a responder a las preguntas que surgen espontáneamente de los niños y ayudarles con sus proyectos, sabiendo que se puede aprender de muchas distintas formas y no solamente de libros de texto. Con los niños en casa los padres pueden ver lo que necesita cada niño, como cada niño es un mundo diferente que además está cambiando continuamente.
Para enseñar a tus hijos en casa no tienes que ser maestro, ni tener estudios formales. Sí tienes que saber leer, escribir y hacer cálculos sencillos, además de saber dónde está la biblioteca más cercana. Lo más importante, sin embargo, es que tengas ganas de estar con tus hijos y que tú mismo/misma tengas curiosidad por aprender cosas nuevas.
¿Pero no es obligatorio llevar a los niños al cole? En principio sí y al mismo tiempo parece existir también un «vacío legal». Aunque la Constitución española dice: «La enseñanza básica es obligatoria y gratuita» (Artículo 27.4), también dice: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones» (Artículo 27.3). Varios convenios internacionales firmados por España recogen parecidos derechos de los padres (otra cuestión, más difícil de argumentar, es si los mismos menores tienen derecho a elegir).
El hecho es que hay muchas familias que están educando a sus hijos en casa y no tienen problemas legales. Algunas familias han tenido visitas de asistentes sociales, pero cuando el asistente ha visto que no se trata de niños abandonados en la calle sino de una familia que ha hecho la decisión consciente de educar ellos mismos a sus hijos, ha dejado a la familia en paz. Un educador de calle para un ayuntamiento del norte del país nos contó que ellos saben muy bien distinguir entre las familias que no llevan a sus hijos al cole por dejadez o porque los explotan como mano de obra y las familias que no les llevan al cole porque quieren algo mejor para sus hijos.
Luis Columna, el mismo juez que en 1994 condenó en Almería a 150 padres por absentismo escolar, tras advertir que ante un conflicto de objeción a la escuela habría que estudiar caso por caso, duda que «exista responsabilidad penal ante un caso de este tipo, ya que los padres no hacen dejadez de sus obligaciones con los hijos, sino todo lo contrario, velan por ello al plantearse cual es el mejor método educativo que les conviene» («El Mundo», 29-3-1995). Desde entonces se han dictado varias sentencias que han sentado el principio de que «la formación educativa efectuada al margen de la enseñanza oficial, es perfectamente aceptable en el marco de libertades diseñado por la Constitución». La administración educativa y la LOGSE siguen, por el momento, sin contemplar la posibilidad de educar a los hijos en casa, pero en la práctica todo depende de donde vivas y el inspector que te toque.
Interesa saber que en varios países es completamente legal enseñar a los hijos en casa, por ejemplo en Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. En EE.UU. se cuenta con alrededor de un millón de niños que aprenden en casa. Hace 10-20 años la educación en el hogar era ilegal en muchos estados de EE.UU., pero gracias a la lucha de las familias que enseñaban en casa es legal ahora en todo el país.
Para las familias con niños no escolarizados aquí en España existe una red de apoyo informal con encuentros varias veces al año, ofreciendo a los niños (y a sus padres y madres) la posibilidad de convivir con otros que también aprenden en casa.
Las familias con niños pequeños que están considerando esta opción para el futuro, o gente sin niños que está interesada en el tema pueden organizar sus propios encuentros: grupos de padres o de amigos para tratar este tema, charlas públicas o convivencias con los niños. Si queréis invitar a alguna reunión o experiencia en la no escolarización, os pedimos sólo que se nos cubran los gastos del viaje y de la estancia si no venimos de la misma zona.
El boletín "Crecer sin Escuela"informa sobre los encuentros y acontecimientos que llegan al conocimiento de la redacción, así como de experiencias y temas al respecto: legalidad, internacional, prensa, debate, pedagogía, bibliografía, etcétera.
Esperamos que este artículo haya respondido a tus preguntas más inmediatas. Un saludo cordial.


Bippan, Péter y Lomi
http://www.larevistilla.com/beta/secciones/articuloid.asp?idartic=153

Una Amenaza Silenciosa para el Homeschooling

Lee Duigon
1 de Octubre, 2003
¿Serán obligados los padres Cristianos que educan a sus hijos en casa a enseñarles a adoptar el “sexo seguro,” el aborto libre y el relativismo moral?
Suena absurdo, pero podría suceder mañana, el próximo mes, o en cualquier momento. La
proposición está en la mesa, esperando que un juez la tome.
Los niños tienen el derecho constitucional de aprender respecto a creencias y estilos de vida
diferentes a las de sus padres, y el estado tiene la obligación de asegurarles ese derecho.
Así argumentó Rob Reich, profesor de ciencias políticas y educación en la Universidad de Stanford, en la convención 2001 de la Asociación Americana de Ciencias Políticas, leyendo una ponencia titulada, “Probando los Límites de la Autoridad Paterna sobre la Educación, el Caso del Home Schooling.” Incluyó su escrito como un capítulo de su libro del 2002,

Trazando un Puente entre el Multiculturalismo y el Liberalismo en la Educación.
Tan seco y académico como esa pueda parecer, el nuevo “derecho” de los niños de Reich ha atraído la atención de la élite educativa de los Estados Unidos. “El material de Reich está siendo leído y usado como referencia,” reportó la Revista de Educación en el Hogar – Noticias y Comentarios recientemente. “Tiene la atención de los medios de comunicación.”En sus escritos, Reich propone que la educación en el hogar (homeschooling) debe ser monitoreada por el estado para asegurarse que los padres les enseñen a sus hijos creencias y estilos de vida a los que puede que se opongan – y que los padres consideren incluso como malos.
Un juicio traído ante la corte apropiada – por ejemplo, el Noveno Circuito de Apelaciones en San Francisco (famosa por declarar inconstitucional el Juramento a la Bandera) – podría permitir que un juez dictamine que el Profesor Reich está en lo correcto, que los niños sí tienen el derecho de aprender creencias y conductas opuestas a las de sus padres. Y si los padres se rehúsan a enseñarlas, entonces la corte puede ordenarles que para asegurar los “derechos” de sus hijos deben enviarlos a la escuela pública.
Vemos ese peligro,” dice Thomas Washburne, J.D., de la Fundación de la Defensa Legal del Homeschool. “Podríamos verlo aparecer en un caso donde los padres que eduquen a sus hijos en casa hallan fallado, de manera demostrable, al no educar a un hijo. Algún grupo defensor podría presentar una acusación legal y tratar de montar un caso a favor del hijo. Podrían afirmar que el niño tiene este derecho que Reich ha identificado, y el juez podría estar de acuerdo.”
En una reciente revisión del libro de Reich publicada por Amazon.com el revisor declaró, “La meta principal de la educación es desarrollar la autonomía en los niños.” Reich fue citado en la Revista de Educación en el Hogar – Noticias y Comentarios diciendo: “El estado tiene el rol de promover el interés independiente de los niños, incluyendo el derecho de vivir una vida diferente a la que sus padres llevan.”
Estas pasmosas declaraciones - ¿vamos a creer que hasta que aparecieron los educadores modernos de hoy los niños estaban condenados a ser copias al carbón de sus padres? – muestran que las ideas de Reich han caído en terreno fértil. Reich afirma, “A los niños se les debe, como un asunto de justicia, la capacidad de llevar vidas – adoptar valores y creencias, ir en pos de una ocupación, compartir nuevas tradiciones – que son diferentes a las de sus padres. Debido a que el niño no puede... asegurarse la adquisición de tales capacidades y a que los padres podrían oponerse... el estado debe garantizárselos” (énfasis añadido).
Es en este punto donde podemos comenzar a ver las implicaciones, en realidad el peligro, dice Washburne. Reich también ha escrito, “Ni los padres ni el estado pueden justamente intentar imprimir de manera indeleble en un niño un conjunto de valores y creencias.”
¿Están ustedes escuchando, padres Cristianos? Considere los mandamientos Bíblicos, tales como: “Y las enseñarás (las palabras de Dios) a vuestros hijos... (Deut. 11:19), o “Instruye al niño en el camino que debiese andar...” (Prov. 22:6). Según la opinión de Reich obedecer estos mandamientos sería una injusticia.
No obstante, argumenta que la interferencia del estado en la educación hogareña puede ser necesaria para asegurar la libertad religiosa de los niños: “El estado no puede renunciar a su” (énfasis añadido). Traducción: El homeschooling está bien, en tanto que no les enseñen a sus hijos a ser Cristianos.
Lo que Reich está haciendo,” dice Washburne, “es establecer un marco académico por el cual un juez activista podría dictaminar a favor de fuertes restricciones a la educación en el
hogar.”
¿Cuál es el propósito de las propuestas de Reich?
Dice Washburne, “La élite de la educación mira a los padres que educan a sus hijos en sus.”
Para muchos padres todo el punto del homeschooling es sacar a sus hijos de las escuelas públicas y alejarlos de las ideas y valores corruptos. Ahora Reich propone que estas ideas corruptas sean traídas al seno del hogar por los mismos padres – o si no...
Las cosas han estado bastante tranquilas hasta este año,” dice Washburne, “pero las ideas de Reich están allí afuera. Estamos esperando a ver si alguien trata de implementarlas.”
Quizás los padres Cristianos debiesen comenzar a planear qué harán si un juez activista dictamina que sus hijos tienen el “derecho” a que se les imparta el curso Paganismo Práctico 101. Desde el punto de vista de este escritor, es solo cuestión de tiempo antes que tal respuesta sea necesaria.

Para más información, contáctese con Fundación de la Defensa Legal del Homeschool,null

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Lee Duigon es un hombre de negocios y escritor por cuenta propia originario de New Jersey.