Blogia
sinescuela

Los fundamentos de la escuela en casa


PETER SZIL 

 

(Texto publicado en el Anuario de la Educación 2001 del periódico "Magisterio")


Incluir la no-escolarización entre "las asignaturas pendientes" que le quedan a la Educación en el siglo que ahora comienza refleja el hecho de que el sistema educativo del nuevo milenio no puede ser completo si no se abre a iniciativas que surgen precisamente de una visión crítica de la institución de la escuela y de las limitaciones de la misma.

No se trata de restarle mérito a la escolarización generalizada que ha cumplido una función vital en el siglo XIX y XX y ha contribuido precisamente a que hoy tengamos una sociedad tan matizada que precisa diferentes formas de educación, pero sí dejar claro que la sociedad cambia y que la escuela no es el primer logro de nuestra época que se vuelve contraproducente por su uso masivo.

Muchos expertos (entre otros John Gatto, Ivan Illich y John Holt) han ahondado en la crítica de la escuela y sus posibles alternativas. Su visión fue resumida intuitivamente por mi hijo que con nueve años quiso quedarse en casa, ya que concluyó que el malestar experimentado por él en varias escuelas se debía a la institución misma, "porque es imposible que a 20-30 chavales les interese la misma cosa en el mismo momento".

El hecho de ser enseñado no necesariamente equivale a aprender, y todavía menos si se impone un plan de estudios (sea explícito u oculto). La curiosidad y el interés propio juegan el mismo papel en el proceso de aprendizaje que el hambre y el apetito en la alimentación. La obligación prolongada de tragar (comida o conocimiento) fácilmente causa trastornos (de la alimentación o del aprendizaje).

La desescolarización voluntaria significa que los padres asumen la responsabilidad de la educación de sus hijos por razones que varían mucho y en formas muy distintas, adaptadas a las necesidades de los niños. A veces se siguen los libros del colegio y algunas familias se han puesto de acuerdo con las autoridades para que los niños vayan a la escuela de vez en cuando para examinarse. También las hay que dedican de 2 a 4 horas al día al trabajo escolar, mientras otras no siguen ningún horario sino que los padres se disponen a responder a las preguntas que surgen espontáneamente de los niños y a ayudarles con sus proyectos, sabiendo que se puede aprender de distintas formas y no solamente de los libros de texto.

Con los niños en casa los padres pueden ver lo que necesitan, pues cada cual es un mundo diferente que además está cambiando continuamente. Para enseñar a los hijos en casa no hace falta tener estudios formales. Sí hay que saber leer, escribir y hacer cálculos sencillos, además de saber dónde está la biblioteca más cercana. Lo más importante, sin embargo, es que se tengan ganas de estar con ellos y que uno/a mismo/misma tenga curiosidad por aprender cosas nuevas.

Estudiar en casa no significa además estar en casa todo el tiempo. Más que ser maestros el papel de los padres muchas veces es poner en contacto a sus hijos con otras personas y otros entornos sociales.

La educación en casa nunca sustituirá completamente al colegio, pero es una alternativa que para muchas familias soluciona los problemas inherentes al diseño de la institución "escuela". La experiencia de varias generaciones "desescolarizadas" en condiciones de perfecta legalidad en el extranjero (Reino Unido, Francia, Australia, Canadá o los EE UU donde ahora mismo hay 1 millón y medio de niños sin ir al cole) demuestra la validez de esta alternativa y desmiente los habituales prejuicios (falta de socialización, dificultades a la hora de estudios superiores o de conseguir trabajo etc) sobre la misma.

En España muchos expertos, psicólogos y educadores pregonan todavía sus dogmas no sólo sobre los supuestos beneficios de la escolarización, sino también sobre los daños irreversibles de la no escolarización sin haber conocido personalmente algún niño que haya crecido sin ir al colegio. Su argumento preferido es el de la socialización, al estilo de los que esgrimen que para hacerse hombre hay que ir a la mili y no mencionan que también existe una socialización negativa.

De esto habla por ejemplo Vicente Garrido, profesor de psicología criminal. El relaciona la escalada de la delincuencia juvenil con el hecho de que "la estructura familiar perdió su capacidad de socializar, de establecer patrones de comportamiento en los niños" y añade: "... la familia es el agente socializador por excelencia." Muchos pedagogos acusan el aumento de la edad de escolarización, que obliga al 100% de la población entre 14 y 16 años a estar escolarizada, de disparar la agresividad en los colegios.

La diferencia entre la socialización de niños escolarizados y no escolarizados es que los primeros pasan muchas horas al día con muchos niños de la misma edad, mientras que los últimos se socializan a través de contactos más individuales con niños y jóvenes de edades diferentes y con adultos. Estudios realizados en países donde ya existen varias generaciones de personas no escolarizadas muestran más bien que los niños no escolarizados son más cooperadores y que ven a los adultos como aliados y no como enemigos.

En España hay un número creciente de familias sin escolarizar a sus hijos, que prosperan en medio del vacío legal existente entre la Constitución española que dice: "La enseñanza básica es obligatoria y gratuita" (Art. 27.4), pero precedida por la frase: "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones" (Art. 27.3) y la LOGSE, una ley de rango inferior a la Constitución, en la que "enseñanza" se ha transformado en "escolarización". La toma de posición de los jueces ha sido decisiva para llenar el vacío legal. Luis Columna, el mismo juez que en 1994 condenó en Almería a 150 padres por absentismo escolar, tras advertir que ante un conflicto de objeción a la escuela habría que estudiar caso por caso, niega que "exista responsabilidad penal ante un caso de este tipo [desescolarización consciente], ya que los padres no hacen dejadez de sus obligaciones con los hijos sino todo lo contrario, velan por ellos al plantearse cuál es el mejor método educativo que les conviene"("El Mundo", 29-3-95). Desde entonces han habido varios precedentes jurídicos que establecen que la "formación educativa efectuada al margen de la enseñanza oficial es perfectamente aceptable en el marco de libertades diseñado por la Constitución".

Ninguno de los jóvenes que en España ha superado la edad escolar sin ir al colegio ha tenido problemas a la hora de incorporarse a la enseñanza superior o al mundo laboral, a pesar de que en este país todavía no se han formalizado mecanismos como los que hay en otros países (EE UU, Canadá, Australia, Francia, Inglaterra) donde la educación en el hogar es completamente legal desde hace varias generaciones.

Una red de apoyo informal de familias con niños no escolarizados en España viene celebrando encuentros en diferentes puntos del territorio nacional desde el año 1994, ofreciendo a los niños la posibilidad de convivir con otros que también aprenden en casa y a los padres u otros adultos interesados en el tema la oportunidad de intercambiar experiencias e impulsos. Desde el año 1997 se está editando también el boletín "Crecer sin Escuela" , que trata de temas como la legalidad, la situación en otros países, la práctica cotidiana de la no escolarización, ideas y documentos para el debate pedagógico, experiencias de familias, recortes de prensa y cartas de contacto (Apdo de correos 45, C.P. 03580, l'Alfàs del Pi, Alicante).

1 comentario

Anónimo -

La Educación en Casa
por Kathleen McCurdy

¿Qué es la educación en casa?

Pese a que la mayoría de la gente en países desarrollados ha recibido su educación en las aulas de algún colegio, es quizás sorprendente saber que hay algunos ahora que rechazan ese modo de aprender. ¿Es posible que una madre, carente de una preparación pedagógica, esté sin embargo calificada para enseñar a sus hijos? Muchos sostienen que los niños educados con estas metodologías, poseerán una deficiencia de socialización. Existen personas que nos preguntan cómo es posible tener siempre a nuestros hijos junto a nosotros, en vez de disfrutar de su ausencia mientras van a la escuela.

La verdad es que la educación no se trata de lo que se enseña, sino de lo que se aprende. Pero como hay muchos que obtienen el sustento mediante la profesión pedagógica, hace ya siglos que se piensa que todo lo que se sabe tiene que haberse aprendido mediante la educación formal. Sin embargo, quienes enseñan a sus hijos en casa se han dado cuenta de que ellos aprenden a todas horas, a la vez en forma sistemática y esporádica, pero en todo caso muy eficientemente. Más aun, en el hogar los niños disfrutan de las atenciones individualizadas de sus padres, quienes no tienen necesidad de adelantarlos o retrasarlos según el ritmo de aprendizaje de algún grupo, como en los tradicionales cursos escolares.

Todos los padres, que cuentan con habilidades comunes (caminar y hablar, por ejemplo) ya han compartido con sus hijos muchas de esas habilidades antes de mandarlos por primera vez a la escuela. Solamente mediante su ejemplo y asistencia, han compartido habilidades tales como el vestirse, alimentarse, saludar a otros, y muchas otras destrezas casi sin darse cuenta. ¿Porqué pensar que, al llegar a la edad escolar los padres repentinamente van a perder la habilidad de compartir su conocimiento con sus hijos? El acto de mandarlos a la escuela los aleja de la influencia paternal y cede a la maestra la responsabilidad por su crecimiento intelectual. De hecho, los niños ya no responden tan efectivamente al ejemplo de los padres, teniendo otras autoridades (los profesores) a quienes tener en cuenta.

¿Cuáles son los motivos para aprender en casa, en vez de la escuela?

Quizás al principio los padres piensan en retirar a los hijos de la escuela al encontrarse con algún problema. Posiblemente el niño es tardío en desarrollarse y todavía necesita ayuda individual. La maestra no puede estar siempre a su lado y por lo tanto el pequeño estudiante va atrasándose más y más en su aprendizaje, hasta quedar retrasado de los demás escolares y con ello avergonzado y desmotivado. O puede ser que es un niño muy adelantado, ya comprende la materia y se queda ocioso esperando mientras la maestra repasa la lección con los otros en la clase. Mientras tanto, de aburrido que está, se pone travieso y comete alguna maldad. Si estuviera más estimulado intelectualmente, no encontraría motivo para la picardía.

Otras razones que se presentan para consideración a los que se interesan en enseñar a los hijos pueden ser: La oportunidad de incluir una filosofía o sistema de creencia en conjunto con los demás estudios; El deseo de proteger a los niños enfrentados a las drogas, inmoralidad, y aún las armas que han aparecido en algunas escuelas; Una necesidad, ya sea por alguna enfermedad o alergia, de apartarlos del grupo; Casos de estar siempre de viaje (militares o misioneros) o empeñados en algún deporte u otro talento requiriendo mucho enfoque durante el año entero.

Hay una razón más importante que todas las demás. Se trata de padres que aman mucho a sus hijos y quieren compartir con ellos la vida, inclusive los estudios. Si yo les enseñé a caminar, y aprendieron conmigo a conversar, a decir 'por favor' y 'gracias', y un millar de otras capacidades ¿qué motivo hay para mandarlos lejos a aprender a leer y a contar? cuando yo ya poseo tales habilidades y se los puedo compartir a ellos también.

El propósito no es hacer competencia con las escuelas ni inventar una nueva forma de instruir a los niños. En cambio, queremos retornar al sistema inicial cuando los padres tenían la completa responsabilidad para la educación juvenil. Aquellos padres y madres que ya están dedicados a facilitar el desarrollo físico, intelectual y espiritual de sus hijos tendrán los mejores éxitos en esta tarea, especialmente al aprender a despojarse de la mentalidad escolar y dejarse desarrollar un sistema más natural.

Para aquellos padres ya acostumbrados a desprenderse de sus hijos lo más pronto posible, enviándolos a jardines de infantes y parvularios, les será difícil comprender de qué se trata esto de la educación en casa. Así como en años pasados cuando se les decía a las madres que les dieran a los chicos la leche en botella, en preferencia al alimento más natural para los bebés, se equivocaron. Ahora sabemos que no solamente la salud pero también el cariño y la conexión espiritual entre la madre y el hijo queda afectado por la decisión en cuanto al modo de alimentarlo. Y así es también más natural y saludable que los niños aprendan en el hogar e imiten a sus seres más queridos.

¿Serán socializados los niños que aprenden en casa sin asistir a la escuela?

Los padres que sacan a los hijos de la escuela para educarlos en casa tendrán que enfrentar muchas preguntas en cuanto a ello. Los amigos y vecinos pensarán que no están calificados para enseñar a los niños. A los parientes les parecerá extraño, y quizás los abuelos se quejarán de que "la escuela te sirvió a ti; ¿por qué lo vas a rechazar para tus hijos?" Pero lo que más les preocupa es la duda de que los niños nunca van a aprender a jugar con otros o a comportarse adecuadamente.

La verdad es que las habilidades sociales se aprenden de los padres. Si los niños están todo el día en la escuela, no tienen mucha oportunidad de imitar a los adultos. Están siempre imitando a otros niños y es realmente una maravilla cuando logran conseguir un poco de madurez social. En cambio los niños educados en casa demuestran una sensibilidad social asombrosa.

Pero para algunas autoridades, la pregunta en cuanto a la socialización tiene otro sentido: ¿Cómo aprenderán a estar sujetos a las autoridades? Y ¿cómo lograrán conformarse si no son presionados por sus compañeros? Es posible que este sentido de la socialización tiene más que ver con el socialismo y la respuesta puede ser: Nuestros hijos serán individualizados, en vez de socializados. Sabrán hacer decisiones por su cuenta en vez de hacerlos según el dictamen de lo popular. Honrarán a las autoridades propiamente constituidas, en vez de llegar a ser conformistas. En realidad, los niños son socializados en la familia y es allí donde aprenden a vivir en una sociedad y a ser responsables.

¿Podemos compartir el entusiasmo para aprender?

Hay muchos padres que ya no se sienten entusiasmados para aprender. Habiendo luchado por años en sus estudios escolares, siempre esperando el día de concluir tal empeño, por fin lograron "completar" sus estudios y salir a comenzar a vivir. Pero después se dan cuenta de que tendremos que seguir aprendiendo por toda la vida. Sin embargo, ahora lo que aprendemos se trata de lo que nos interesa, de lo que nos es útil. Quizás nos ha tocado aprender a manejar un automóvil, o ubicar las señales en el televisor. La madre aprende alguna receta para variar la comida, el padre se interesa en alguna nueva idea política. Puede que uno se interesa en desarrollar una habilidad deportiva o aprender algo en cuanto a la salud o las artes o cualquier otra cosa.

Si hacemos una lista de cuanto conocemos, veremos que la mayoría fue aprendido fuera del colegio. Y si hacemos otra lista de lo que nos gustaría aprender, veremos que en muchos casos solamente tenemos que hacer preguntas, o leerlo en algún libro, o simplemente observar a uno que ya lo sabe hacer. ¿No sería razonable permitir que nuestros hijos aprendieran de igual modo? La verdad es que al compartir nuestros intereses con ellos, tendrán la oportunidad de conocer la manera más óptima para el aprendizaje.

Por ejemplo, digamos que la madre está interesada en la moda de Francia. Se afana por revisar las revistas de moda, siempre haciendo comentario en cuanto a ellas, y su hija nota que hasta se puede suscribir para recibirlas en casa. Ahora, cuando la hija comienza a tomar interés en los cantantes folklóricos, digamos, ella va a averiguar si hay revistas en cuanto a ello. Ya está aprendiendo a hacer trabajo de investigaciones simplemente observando a la madre. Cuando nosotros seguimos aprendiendo y estudiando las cosas que nos interesa, nuestros hijos tendrán un ejemplo de lo que es realmente importante para ellos: Seguir aprendiendo es para toda la vida.