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La dictadura de la educación.


Javier Martínez Aldanondo.
Durante el mes de junio, los escolares chilenos paralizaron el país reivindicando cambios en el sistema educativo. Aunque obtuvieron algunas concesiones, sólo reclamaban mejoras accesorias (el envoltorio) que tendrán muy poco impacto mientras desgraciadamente la calidad de la educación seguirá igual (la fruta continuará podrida). Podemos recoger a cada niño en su casa en una limusina y llevarle a un colegio tapizado con alfombras persas, darle de comer caviar y la calidad de la educación será la misma que hoy. Los estaremos enviando a un cine de lujo a ver la misma película aburrida que no les interesa en absoluto. Trate de recordar con cuántas de las clases que recibía en el colegio soñaba usted entusiasmado deseando que llegase el momento de asistir. ¿Pocas verdad? ¿Y qué pasaba cada vez que el profesor salía del aula por algún motivo?

Asumir que los resultados de las pruebas internacionales, donde se mide, por ejemplo, el nivel de matemáticas, son un barómetro de la calidad de la educación es un engaño y una simplificación vergonzosa. ¿Tanta influencia tienen las matemáticas en la vida profesional de un adulto? ¿Y en su vida personal? ¿Cuánta gente dedica su vida a las matemáticas? Habiéndome educado en España, estudié el último año de secundaria en USA y escogí el nivel más alto de matemáticas. Aunque parezca difícil de creer, yo era el que más sabía de toda la clase con muchísima diferencia (por ejemplo, jamás llegamos a estudiar Integrales), sin embargo todos salían de la escuela con el carnet de conducir bajo el brazo. ¿Como es posible si USA es hoy el país más avanzado del mundo? ¿Podríamos concluir que nuestros compañeros de escuela con mejores puntajes son hoy en día ciudadanos felices y exitosos? En el caso de que los resultados de esas pruebas fuesen extraordinarios, la realidad de la educación sería igualmente dramática. Un buen puntaje no es sinónimo de una buena educación. La sociedad sigue convencida de que si los escolares estudiasen más y sacasen mejores notas, el problema de la educación estaría resuelto. ¿Y por qué no quieren estudiar los escolares? ¿Será por falta de capacidad?

Empecemos por esta simple pregunta: ¿Para qué educamos a nuestros niños? Para prepararles para la vida y entregarles herramientas para enfrentar la sociedad del SXXI, es decir, para que sean autónomos, capaces de decidir, innovar y guiar sus propias vidas en lugar de memorizar datos, estresarse con los exámenes y obedecer órdenes. Aprender es importante porque educamos a los niños para un mundo que no podemos predecir. Sin embargo, los esfuerzos (y la presión desmedida) se concentran en la trampa de prepararlos para obtener buenas notas y hacer el trabajo tedioso de clasificarlos para acceder a la universidad. Los adultos, y la empresas que contratan a los recién licenciados, sabemos, demasiado tarde, que lo realmente imprescindible para vivir “exitosamente” no se aprende en las aulas, no se mide con exámenes ni generalmente lo enseñan los profesores: Expresarse adecuadamente, relacionarse y comunicarse con los demás, crear redes y trabajar colaborativamente, vender, razonar y pensar críticamente, criar hijos, entender sobre salud y nutrición, manejar tus finanzas personales, dominar el estrés, gestionar la autoestima …

La educación tiene 2 graves problemas mucho más serios y complejos que lo que indican esas pruebas tan veneradas como inútiles:


- QUÉ se enseña: Lo que la escuela trata de enseñar no tiene nada que ver con lo que sabemos que vamos a necesitar en el futuro ni con lo que les interesa a nuestros jóvenes. Ya es hora de reconocer que el curriculum actual se diseñó para un mundo que dejó de existir hace 150 años. Los educadores y los políticos están más preocupados de la trigonometría, la tabla de los elementos o el pasado pluscuamperfecto y de cumplir los programas comprometidos. ¿Qué impacto tienen la biología, la física, el álgebra en la vida que les espera? ¿Por qué no enseñar alfarería, apicultura o danza? El principal hombre de negocios del mundo (Bill Gates) abandonó la universidad antes de terminar sus estudios y el principal hombre de negocios de España (Amancio Ortega, propietario de Zara) ni siquiera puso sus pies en ella. ¿Donde se estudia para ser Ronaldo, Madonna o el Presidente Lagos? El mal del ombliguismo nos lleva creer que sabemos lo que los jóvenes necesitan y quieren aprender y siempre olvidamos que el anzuelo le tiene que gustar al pescado y no al pescador.

- CÓMO se enseña: Sentar a nuestros hijos en un aula para que escuchen y memoricen durante 18 largos años no es la mejor manera de que aprendan. Aprobar un examen no es sinónimo de aprendizaje. Para aprender hay que practicar, hay que hacer y acumular experiencia; esa es la manera de construir conocimiento y en las aulas no se practica nada. Hoy valoramos la capacidad de memorizar para aprobar un examen. ¿Cuántas personas serían capaces de aprobar la prueba de acceso a la universidad si tuviesen que hacerla hoy? ¿Y de aprobar alguno de los examenes que hizo en la universidad? Si educamos para competir, obedecer y sacar buenas notas, no podemos exigir al mismo tiempo innovación, creatividad y emprendimiento. Demasiados niños van al colegio como al dentista, dispuestos a pasarlo mal y esperando que termine cuanto antes. No se puede obligar a nadie a aprender, igual que no se puede obligar a profesar una religión.

El principal cáncer de la educación son los exámenes y más que ningún otro, el examen de acceso a la universidad. El sistema está diseñado para enseñar lo que se puede medir en los exámenes, los alumnos sólo se interesan por las notas y a los profesores y a las escuelas se les evalúa por los resultados de los alumnos. Curiosamente, a nadie le importa aprender.

Aunque entiendo que no es el objetivo del sistema educativo, el resultado es que el colegio termina teniendo sospechosas similitudes con la cárcel. Se esfuerza por amansar y anestesiar a esos niños que llegan llenos de energía y acostumbrados a hacer preguntas que es el elemento fundamental para aprender. Si no te haces una pregunta, no aprendes. Sin embargo, las preguntas suelen ser incomodas para la mayoría de los profesores y el problema es que la escuela está repleta de respuestas a preguntas que nuestros niños no se hacen. El sistema educativo está diseñado para amoldar a las personas a un modelo predefinido. Te dice: este es el modelo del mundo correcto que debes aceptar y conocer, no importa que tú quieras construir el tuyo propio, no importa lo que te interesa sino que nosotros ya hemos decidido qué debes aprender, cuando y cómo, ya sabemos lo que te conviene y a partir de los 6 años, te encierra en esa prisión, te instala el miedo a equivocarte y te advierte que esas serán las reglas (todo el poder en manos del profesor), ese será tu calendario de vida, eso será lo que harás y como te deberás comportar para que te validemos. No importan tus sueños, importa que compitas y demuestres lo que sabes individualmente. Todos aprenden lo mismo, al mismo ritmo pero lo hacen individualmente. Es incongruente mantener y potenciar este sistema y al mismo tiempo hablar de ciudadanos libres, autónomos, democráticos y por tanto de libertad. Este es el peor sistema posible para educar personas que sepan colaborar que es la base de la sociedad del conocimiento. En Chile se ha creado hace unos meses el Consejo Asesor Presidencial de la Educación formado por 81 expertos para que hagan propuestas para mejorar la calidad y sin embargo la conclusión es “más de lo mismo”. ¿Cómo es posible que nadie esté dispuesto a cambiar, empezando por los Ministerios de Educación, cuando todos estamos unánimemente de acuerdo en que la educación hace aguas de manera irremediable? Posiblemente la solución no está en las manos de los expertos en educación, incapaces de dudar de sus viejos paradigmas.

Seguimos educando para la sociedad industrial, para el mundo de ayer aunque sabemos que las habilidades requeridas hoy en día no forman parte del curriculum. Y eso solo se explica porque seguimos considerando más importante la Física que el Trabajo en Equipo. Lo más increíble es que hay consenso general en que no hay nada más prioritario que la educación pero al mismo tiempo se impone una rígida dictadura apoyada en las 3 Ps: Profesores, Padres y Políticos, cada uno con sus propios intereses para que nada cambie.

¿Y la Tecnología? Debe ser el caballo de Troya que permita que algo se mueva de una vez por todas pero llenar las aulas de computadores y banda ancha no resolverá nada. Hasta hoy el computador se entiende como una herramienta para mejorar la presentación de contenidos. ¿De eso se trata la educación, de presentar mejor los contenidos? El Powerpoint es una pésima herramienta para aprender aunque es mayoritariamente la más empleada para generar contenidos para aprendizaje. Tecnologías como la tiza y la pizarra o el Powerpoint y el videoproyector están ahí porque son fáciles de usar pero sobre todo porque no exigen cambiar. Hay dictaduras plenamente vigentes y no va a ser nada fácil provocar la revolución que tenemos pendiente.

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Javier Martínez Aldanondo -

"Algunas falacias sobre el aprendizaje"


Hace no mucho tiempo, un amigo me contaba una divertida anécdota. Un colega suyo tenía de visita en su casa a unos amigos suecos que viajaban con su niño de corta edad. En un momento dado, el niño sueco preguntó inocentemente a su padre la razón por la que el teléfono del salón estaba atado con un cable y si es que era para que nadie lo robase.

Nos guste o no, vivimos en un mundo de tecnología, y no me refiero únicamente a Internet. Nadie se plantea desarrollar su trabajo sin un ordenador, necesitamos la tecnología para viajar, para cuidar la salud. Pero... ¿cuál es el impacto que ha tenido la tecnología en la educación? Desgraciadamente el impacto ha sido nulo y, sin embargo, la tecnología tiene un papel muy claro en este ámbito: Ayudarnos a realizar aquello que resulta difícil, caro o peligroso dentro del aula. Pero, para emplearla adecuadamente, primero hay que tener en cuenta algunas falacias que nos rodean y que han estado con nosotros durante demasiado tiempo.

Primera falacia: El tecnocentrismo que consiste en abordar los problemas desde la tecnología. He aquí una pregunta habitual: ¿es mejor el e-Learning que la formación tradicional? He aquí otra pregunta igual de absurda: ¿es recomendable la madera para hacer buenas mesas? Lo más importante para hacer una mesa no es la madera, ni siquiera los clavos, el pegamento o las herramientas sino el carpintero. Aunque me regalasen la caoba, yo sería incapaz de hacer una mesa decente. Lo realmente importante del aprendizaje es que las personas aprendan a hacer aquello que necesitarán en su lugar de trabajo y lo de menos es la modalidad de aprendizaje o la tecnología.

La mayoría de empresas piensan por ejemplo que los softskills no encajan en e-Learning porque implican interacción humana, aunque a diario no hacemos más que utilizar tecnología para comunicarnos. Sin embargo, la mayoría de cursos presenciales sobre estos temas son realmente flojos. Yo hice en su momento un curso de inteligencia emocional donde jamás empaticé con nadie o un curso de dirección de reuniones donde en ningún momento dirigí reunión alguna. ¿Es eso efectividad? ¿Qué sentido tiene tener acceso rápido y fácil a unos contenidos pobres, aburridos y difícilmente transferibles al trabajo diario? El planteamiento del e-Learning hasta la fecha ha consistido en pensar como puedo gastar lo mínimo y hacer el menor esfuerzo posible para traspasar lo que ya tengo a la web.

Segunda Falacia: Es un error pensar que las personas aprenden escuchando o leyendo y que validamos su conocimiento a través de un examen (donde medimos su memoria pero nunca su entendimiento). Las personas aprenden haciendo (learn by doing), equivocándose y reflexionando sobre como resolver los problemas, por lo general con la ayuda de alguien más experimentado.
Inconscientemente todos sabemos aprender, de no ser así no seguiríamos vivos. Hemos aprendido habilidades muy complejas como caminar, hablar, escribir, nadar, andar en bici, conducir, escribir artículos … y lo hemos hecho siempre de esa manera. HACIENDO y cometiendo errores. Sin embargo cuando queremos aprender algo nuevo, automáticamente pensamos en conceptos artificiales como escuelas, aulas, cursos, asignaturas, exámenes donde esperamos que un profesor, que no es lo mismo que un maestro, nos explique cómo son las cosas. Creemos que por el hecho de escuchar o leer vamos a ser capaces de aprender a HACER eso que nos tratan de enseñar. Y la realidad es muy distinta, el aprendizaje nunca viene desde afuera hacia dentro, no somos depósitos de un coche que hay que llenar de gasolina.

La mayoría de la formación presencial o virtual abraza este enfoque por mucho que lo disfrace de casos prácticos, discusiones en grupo, comunidades, etc. La metodología del caso es correcta pero peca de irreal. Los casos son demasiado lejanos (yo no soy director de RRHH de General Electric y por tanto no abordan mi realidad diaria) y además buscan ir de lo abstracto a lo concreto cuando la realidad es al revés (extraer principios generales de situaciones concretas). Lo realmente determinante es la motivación por aprender y no tanto las respuestas sino hacerse las preguntas adecuadas. Esta frase lo resume bien: "Para cuando me aprendí las respuestas, me cambiaron las preguntas".

Es curioso porque generalmente decimos "estoy haciendo un curso" cuando realmente no HACEMOS cursos sino que leemos cursos, escuchamos cursos porque HACER, no hacemos nada, somos agentes meramente pasivos. Los alumnos no terminan aprendiendo, sino olvidando. La mayor parte de las cosas que se le cuentan al alumno se le olvidan (tratemos de acordarnos de las principales noticias del Telediario de hace un par de días para comprobarlo) y lo que es capaz de recordar no se traduce en habilidades concretas aplicables al trabajo, es decir en doing.

Si se trata de que los alumnos HAGAN, la palabra es practicar. Lo que debemos evaluar es Comportamiento y no Conocimiento. Para ello, la estrategia tiene que ser: Tú practica y cuando tengas problemas, nosotros te ayudamos.

¿Y esto qué significa? Pensemos en el ejemplo más habitual: Los simuladores de vuelo para aprender a pilotar aviones. A nadie se le ocurriría tratar de enseñar a un piloto sentado en un aula sino que se sitúa al alumno en un entorno donde debe aprender a desarrollar una tarea, habilidad, etc. practicándola en un contexto muy parecido al real pero donde los errores no tienen consecuencias graves. ¿Y por qué no se utiliza este mismo método en otros casos? ¿Por qué no aprender liderazgo, negociación o ventas en un entorno con empleados y clientes simulados? La vida no se compone de capítulos y asignaturas sino de situaciones reales, relaciones, conversaciones, ambigüedades y conflictos con seres humanos. Describir una situación NUNCA sustituye a vivir y experimentar esa situación.

De repente, todo el mundo está de acuerdo en la importancia inteligencia emocional pero ¿donde está la IE en la formación? ¿Y en el eLearning? Si el IQ no mide la inteligencia, ¿porque los exámenes deciden tu futuro y te lo condicionan?. El sistema nervioso no distingue lo interno de lo externo, para él todo es externo, se comunica a través de los sentidos. Los problemas no vienen por la falta de conocimiento ni de capacidades y no se solucionan por la vía racional, es un tema de relaciones, es decir de sentidos y esto no se trabaja en las aulas tradicionales ni en el e-Learning tradicional

Según la mayoría de expertos, el uso de tecnología en el ámbito de la educación va a tender hacia esos derroteros: simulation is the killer application. Y si miramos hacia el futuro, la Generación X (juegos), la Generación Net (Internet) y la Generación Pulgar (SMS, mando a distancia) no van a aceptar aprender de manera diferente a la que juegan y viven, es decir sin ser protagonistas de historias y sin tomar decisiones. Hasta hoy, nuestro aprendizaje formal era 2D, plano, lineal y basado en texto aunque vivimos en un mundo 3D basado en los 5 sentidos.

En realidad no hay competencia de las simulaciones con la formación tradicional. Las simulaciones cubren exactamente la brecha entre el mundo real y el aula y ofrecen al alumno las oportunidades de HACER y experimentar que no tienen las aulas. Y tendremos que acostumbrarnos a convivir toda la vida con un skill gap permanente, ya que se genera conocimiento a un ritmo más rápido que nuestra capacidad de absorberlo. Por eso, deberíamos hablar de trabajadores del comportamiento más que del conocimiento: qué saben hacer (presente) y qué son capaces de aprender y desaprender (futuro).

La educación, en general, es una camisa de fuerza. El e-Learning bien concebido es una idea revolucionaria y las revoluciones se gestan a partir de una frustración, cuando hay cosas que no funcionan bien, y en este caso se facilitan con la tecnología.

Por último, un pequeño pero importantísimo matiz. No es lo mismo aprender que enseñar y no tiene nada que ver la formación con el aprendizaje. Lo dijo Galileo: "No se puede enseñar nada a ningún hombre, simplemente podemos ayudarle a descubrirlo por sí mismo" y lo dijo Einstein: "La única fuente de conocimiento es la experiencia".