LA ESCUELA EN CASA. Alternativa a la enseñanza ordinaria
Marilín Gonzalo/D.Vila*
Alternativa a la enseñanza ordinaria
El homeschooling o el “educar en casa” es una opción pedagógica que cada vez cuenta con más adeptos en Estados Unidos, Australia o Canadá. Con un tímido avance en Europa, está respaldada por un movimiento de padres en desacuerdo con el sistema educativo tradicional que quieren hacer valer el derecho a educar a sus hijos en el hogar. Es una alternativa no regulada en todos los países, que en muchos casos arroja resultados positivos, pero que también es rechazada por aquellos que consideran la escuela como el primer ámbito de socialización.
En Estados Unidos el número de niños homeschoolers ha pasado de unos 50.000 a mediados de los ochenta a más de 1,5 millones en la actualidad, un crecimiento que se ha multiplicado por cinco desde 1993, cuando este movimiento ganó su última batalla legal. No hay que olvidar que hasta hace bien poco la educación en casa era una actividad casi clandestina, sin ningún reconocimiento legal o respaldo jurídico. En 1983 nació la Asociación de Defensa de la Escuela en el Hogar, para promover el reconocimiento de esta alternativa desde el punto de vista legal y defender a las familias ante los tribunales. El crecimiento de sus partidarios en los países citados –es decir, de aquellos que están en desacuerdo con la educación que imparten los establecimientos públicos de enseñanza– ha llevado a jueces y fiscales a aceptar este modelo de formación al margen de las aulas.
Mientras que en EE.UU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda el homeschooling cuenta con un estimable porcentaje de adeptos y dispone de regulación, en Europa el Reino Unido actúa como punta de lanza, con más de 10.000 escolares que se forman en casa. En Francia se obliga a los padres “educadores” a respetar fielmente el programa nacional y a los inspectores a controlar los estudios de estos niños. En Italia, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Irlanda o Luxemburgo se reconoce el derecho de los padres a esta opción pedagógica, pero en Alemania la ley prohíbe el homeschooling –aunque crece cada año– y en Holanda las autoridades rechazan el 90 por ciento de solicitudes.
Esta práctica no está regulada en España ni tiene respaldo legal. Desde 1990 el sistema educativo contempla la “obligatoriedad” de la enseñanza hasta el final de la ESO, un principio recogido en la LOGSE que no ha variado con la Ley de Calidad. A pesar de que todo alumno cuya edad esté comprendida entre los 6 y los 16 años debe estar escolarizado, la Constitución reconoce el derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos, algo que, según los defensores del homeschooling, brinda suficiente fundamento jurídico para educarlos en el hogar. La Administración tiende a ejerce un control sobre estos niños “desescolarizados”, sobre todo para descartar una situación de desamparo del menor. Por ejemplo, en 1999 la Junta de Andalucía llevó a los tribunales a una familia almeriense cuyo hijo no acudía al colegio, pero el informe del fiscal no apreció indicios delictivos, al contrario, se comprobó que los padres dedicaban un tiempo razonable al aprendizaje del niño, que estaba perfectamente atendido.
Los métodos de enseñanza en casa son muy diversos, aunque por lo general, son los padres los encargados de desarrollar las “directrices educativas”. Chris vive en California y tiene tres niños que no van a la escuela; ella es la encargada de diseñar un programa educativo que incluye: estudiar matemáticas, español, leer, escribir cartas a amigos o aprender sobre personas, lugares y cosas. También hay espacio para nadar, montar en bicicleta, escalar, correr, cocinar y participar en coros. Además, toman clases de judo, arte, dibujo científico, ajedrez, costura, improvisación, biología marina y fotografía.
Xabier Alá, padre de tres niños de 12, 9 y 5 años y profesor de instituto en Cataluña, decidió hace tiempo iniciar el camino del homeschooling. Así, dos de sus hijos están matriculados en el colegio estadounidense “Clonlara School”, que brinda educación a distancia, y en el que Alà colabora como responsable en España. “Utilizamos todos aquellos recursos a nuestro alcance: bibliotecas, museos, exposiciones, conciertos, parques, zonas deportivas públicas, el entorno natural y urbano y las nuevas tecnologías… Tenemos también muchos libros en casa y habilidades e intereses complementarios que podemos aprovechar.”
Sobre la formación que puede adquirirse sin necesidad de acudir a un aula ordinaria opina David Kornegay, padre de dos hijas de 18 y 16 años que nunca han acudido a la escuela: “creo que son bastante cultas para su edad, algo que les viene sobre todo de su amplia lectura de clásicos y revistas, de las muchas conversaciones que hemos mantenido, de algunos viajes familiares y de nuestra insistencia en que llegasen a dominar dos idiomas al mismo nivel”. Kornegay es profesor en un pueblo de Sevilla y responsable de Crecer sin Escuela, un punto de encuentro para homeschoolers.
Aunque no existen estadísticas al respecto, según varias fuentes las familias que educan a sus hijos en casa son unas doscientas en toda España, un número que surge de la cantidad de miembros adscritos a las distintas asociaciones y redes de apoyo, entre ellas, la Asociación para la Libre Educación (ALE) –primera organización registrada en España de familias que educan en casa–, la sede en nuestro país de “Clonlara School” y la citada Crecer sin Escuela.
Descubrir más que enseñar“
El homeschooling no significa trasladar la escuela a casa”, aclara Kornegay. “Aunque hay padres que confeccionan un programa de contenidos, reproduciendo de alguna manera la metodología escolar, la mayoría dice preferir mayores grados de libertad, y dejar de lado el `enseñar´ para dar más espacio al `descubrir´ junto a sus hijos.” Estos alumnos suelen tener entre sus principales actividades los viajes y las visitas a museos, exposiciones, parques, conciertos, instalaciones deportivas, acontecimientos culturales y parajes naturales. En este sentido sus padres consideran que están más conectados con la realidad cultural de su comunidad y de su entorno que otros chicos.
La planificación de actividades que existe en la escuela tradicional se traduce en libertad y también en compromiso en el homeschooling. La norteamericana Chris habla sobre la forma en que aprenden sus hijos: “leemos muchos libros. Muchas veces hacemos arte basados en un libro que leemos, o buscamos la localización en un atlas, luego vienen otros libros sobre la zona, el país, o la etapa histórica... El año pasado alquilamos muchas películas clásicas y musicales. Después, los niños decidieron que querían leer los libros en los que se basaban esas películas, y discutíamos por qué el director había elegido dejar fuera partes o cambiar algo”.
En España es una práctica no regulada
John Holt, considerado uno de los precursores del homeschooling, cree que la ventaja de este método es que no requiere que “el padre se convierta en alguien diferente”, por ejemplo, en un profesor que vierte conocimiento sobre sus hijos de forma planificada. “Se vive y se enseña a la vez, utilizando preguntas e intereses cuando vayan surgiendo, es la manera en que aprendemos antes de empezar la escuela y después de dejarla, cuando entramos en el mundo del trabajo. Ciertamente estos intereses pueden llevar a leer textos, tomar cursos, o hacer proyectos, pero la diferencia esencial es que estas actividades son elegidas y en ellas se compromete libremente el estudiante.”
Los padres de estos alumnos “desescolarizados” argumentan que, por ejemplo, la lectura o hacer ecuaciones no son procesos “naturales” y que los niños aprenden cuando para ellos tiene sentido hacerlo y no cuando alcanzan una edad determinada o cuando están obligados. De ahí que no sea inusual encontrar homeschoolers que tienen apenas ocho años y estudian astronomía, y que con diez comienzan a aprender a leer.
Esta opción educativa implica una nueva organización de la vida familiar. Los padres no se limitan a ejercer de profesores unas horas por día, sino que todas las experiencias son aprovechadas para aprender, lo que requiere mucha dedicación. El hecho de elegir esta opción en la mayoría de los casos implica que “el padre o la madre renuncian a un trabajo remunerado fuera de casa para atender las necesidades de educación de sus hijos”, según explica Azucena Caballero, presidenta de ALE. Sin embargo, el principal obstáculo para educar en casa se encuentra en la reacción del entorno de la familia y de una sociedad “en la que todo se delega” y a la que le cuesta entender que alguien asuma este tipo de responsabilidad.
Dudas sobre la escuela tradicional
La mayoría de estos padres se inclina por una formación integral lograda a partir del “placer de aprender”. Muchos están a favor de la libertad educativa.
En la comunidad de homeschoolers hay diferentes ideologías, creencias, metodologías y fundamentos. Fueron los grupos religiosos conservadores quienes primero adoptaron esta modalidad educativa en Estados Unidos, aunque hoy son muchas las familias de toda inclinación religiosa y política las que escogen este tipo de educación para sus hijos. Tanto los responsables de ALE como de “Clonlara School” indican que un porcentaje importante de familias ha llegado a la escuela en casa después de experiencias traumáticas en la escolarización de los hijos. Estudios realizados por el Instituto Nacional de Investigación sobre la Educación en el Hogar de Salem (Oregón) indican que la religión es una de las principales razones de esta opción pedagógica, aunque también cuentan otros motivos como dudas sobre la calidad académica de los colegios tradicionales, la preferencia de una educación individualizada, el estrechar los lazos familiares o mitigar la influencia negativa de otros compañeros.
La mayoría de estos padres se inclina por una formación integral lograda a partir del “placer de aprender”. Muchos están a favor de la libertad educativa, y en contra del sistema público tradicional. Lo confirman los catalanes Anna y Josep, –pioneros padres homeschoolers de 15 hijos, el mayor de los cuales tiene hoy 30 años–, que decidieron educar en casa por “no encontrar escuelas realmente laicas, no consumistas y respetuosas con la diversidad de pensamiento”.
Azucena Caballero apunta que en España “prácticamente todas las familias que educan en casa tienen en general un nivel cultural medio-alto, y sienten como propio el derecho de educar a sus hijos sin tener que delegar de forma obligatoria en el Estado”. En general, dentro del movimiento homeschooler a nivel mundial, son muchos los padres que cuestionan seriamente no sólo la calidad del sistema educativo tradicional, sino la escuela misma, tanto pública como privada. “Los alumnos –dicen– terminan siendo unos expertos en aprobar exámenes, pero no lo son necesariamente en conocimientos o cultura”. Un grupo de familias adscrito a ALE piensa que el principal problema de la escuela radica “en la metodología obligada por la estructura escolar, que implica el contacto sólo con iguales durante la mayor parte del día, la obligación de seguir el ritmo y la secuencia de aprendizaje que decide el enseñante, sin poder atender los intereses personales”. Otros consideran que “probablemente el papel social más importante que cumple la escuela es de servicio de guardería”.
Sobre el rendimiento escolar de estos alumnos “desescolarizados” circulan muchas teorías, aunque los padres homeschoolers sólo observan virtudes en sus hijos: desarrollo de la creatividad, espíritu crítico, ausencia de miedo a fracasar, ingenio para afrontar situaciones nuevas, y capacidad de comprensión y comunicación de igual a igual con personas de todas las edades. Algunos estudios llevados a cabo en Estados Unidos apuntan que estos niños obtienen resultados muy superiores al promedio nacional en las pruebas a las que se les somete, pero otras investigaciones señalan que sus padres hacen pasar a sus hijos por dichas pruebas cuando están seguros de que las superarán con éxito
La socialización
Los padres homeschoolers comentan que la primera objeción que plantean las personas cuando se les dice que ellos educan a sus hijos en casa es la cuestión de la socialización. Muchos pensadores coinciden en que la escuela significa el primer contacto del niño con la sociedad. En este sentido se dice que la escuela cumple una función de socialización, lo que significa que reproduce ciertos valores, conocimientos y formas de comportamiento en los miembros de la sociedad para contribuir a la reproducción de ésta. Anna y Josep creen que “desde siempre, los niños se han socializado tratando con niños de diferentes edades, adultos y ancianos de su entorno. La socialización a través de iguales de la misma edad, –la que se da en la escuela– es relativamente moderna y no ha demostrado ser mejor que la otra”.El capítulo de la socialización parece preocupar más a sus interlocutores que a los propios padres de estos chicos. Dado que las actividades de los homeschoolers implican una multiplicidad de actividades en distintos ámbitos, los padres destacan que los niños “desescolarizados” suelen relacionarse con bastantes más personas que los niños que van a la escuela. La Asociación para la Libre Educación confirma estas vivencias y agrega que “prácticamente todas las familias que educan en casa creen que sus hijos tienen más habilidades sociales que los niños escolarizados por cuanto se relacionan con más naturalidad con personas de todas las edades”.
EUROPA, UNA VISIÓN DESIGUAL
Mientras que en EE.UU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda el homeschooling cuenta con un estimable porcentaje de adeptos y dispone de regulación, en Europa el Reino Unido actúa como punta de lanza, con más de 10.000 escolares que se forman en casa. En Francia se obliga a los padres “educadores” a respetar fielmente el programa nacional y a los inspectores a controlar los estudios de estos niños. En Italia, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Irlanda o Luxemburgo se reconoce el derecho de los padres a esta opción pedagógica, pero en Alemania la ley prohíbe el homeschooling –aunque crece cada año– y en Holanda las autoridades rechazan el 90 por ciento de solicitudes.
Esta práctica no está regulada en España ni tiene respaldo legal. Desde 1990 el sistema educativo contempla la “obligatoriedad” de la enseñanza hasta el final de la ESO, un principio recogido en la LOGSE que no ha variado con la Ley de Calidad. A pesar de que todo alumno cuya edad esté comprendida entre los 6 y los 16 años debe estar escolarizado, la Constitución reconoce el derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos, algo que, según los defensores del homeschooling, brinda suficiente fundamento jurídico para educarlos en el hogar. La Administración tiende a ejerce un control sobre estos niños “desescolarizados”, sobre todo para descartar una situación de desamparo del menor. Por ejemplo, en 1999 la Junta de Andalucía llevó a los tribunales a una familia almeriense cuyo hijo no acudía al colegio, pero el informe del fiscal no apreció indicios delictivos, al contrario, se comprobó que los padres dedicaban un tiempo razonable al aprendizaje del niño, que estaba perfectamente atendido.
La educación, tarea colectiva
La escuela en casa genera también ambigüedad y críticas muy adversas. Una encuesta realizada en 1997 por el Instituto Gallup destacaba que el 57 por ciento de los norteamericanos veía “no conveniente” este tipo de educación. “Los programas de enseñanza en el hogar no pueden brindar al alumno una formación completa”, señalan también los responsables de la Asociación de Educación Nacional de Estados Unidos, país donde la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Primarias ha advertido sobre la responsabilidad de los padres “no sólo en los resultados académicos, sino también en el desarrollo social y emocional” de sus hijos.
Aquí en nuestro país el homeschooling genera también opiniones negativas. Según Miguel Recio, responsable de Política Educativa y Estudios de la Federación de Enseñanza de CC.OO. “el movimiento a favor de la desescolarización está protagonizado en los países desarrollados por familias de alto nivel económico, para las que la escuela no es un lugar de acceso a oportunidades, ya que el entorno familiar se las facilita. Estas familias critican una educación que no es personalizada, que no respeta la atención a la diversidad y en la que la participación de los padres es escasa y poco efectiva”. Recio cree que la alternativa individual no es la solución. “Para una adecuada socialización –agrega– es fundamental el grupo de iguales. Para la educación la familia es necesaria, pero no suficiente. Tiene derecho a exigir las mayores cotas de participación e intervención en la escuela, lo que está recogido en el artículo 27 de la Constitución, pero la educación es una tarea colectiva y se da en ese entorno privilegiado de experiencias llamado escuela, colegio o instituto”.No sólo contenidos
De forma similar opina Alfonso Hervás, vicepresidente de la FAPA "Francisco Giner de los Ríos”, quien considera que los objetivos de la educación obligatoria no son sólo el aprendizaje de una serie de contenidos científicos y humanísticos. “Algunas familias podrían llegar a pensar, con razón, que si sólo importa ese nivel de conocimientos, sus hijos ganarían tiempo estudiando en su propia casa, bien asistidos por sus propios padres o por profesores tutores particulares (pagados por esas mismas familias), bien a través de medios informáticos. Pero por encima de esos conocimientos –añade-, el objetivo de la educación obligatoria es la socialización del individuo para permitir su plena integración en la sociedad. Ha sido un logro de la civilización el considerar la educación un derecho de la infancia. Ese derecho no puede arrebatárseles a los niños y las niñas en nombre de la libertad de los padres: pueden elegir a qué colegio les mandan, pero no si les mandan o no”.
Para José Pérez Iruela, secretario de Enseñanza Pública de FETE-UGT, muchos de los padres que deciden convertir el hogar familiar en escuela para sus hijos, al margen de los centros y del sistema educativo, aducen como razón la eficacia de este método porque suponen que su ayuda es más beneficiosa para el desarrollo cognitivo de los niños. “Esta idea –dice– no está exenta de cierto clasismo porque recuerda a la nobleza que contaba con sus propios tutores para los niños. A pesar de la desaparición de este tipo de segmentación social, sigue habiendo padres que creen que el grupo será negativo para su hijo”. FETE-UGT considera que la socialización no se puede reducir al ámbito de la familia. “La vida de unos niños con otros es enriquecedora; además los profesores desempeñan un papel fundamental en edades tempranas puesto que los niños crean parte de su mundo a través de los adultos.” Pérez Iruela considera que los horarios escolares acostumbran a los menores a crear una disciplina en cuanto a distribución del trabajo y el ocio, las tareas les enseñan a ser responsables con su propio trabajo. ”Un niño que no cuente con el contacto social de otros niños y adultos será como mínimo un niño socialmente inadaptado.”
En Estados Unidos el número de niños homeschoolers ha pasado de unos 50.000 a mediados de los ochenta a más de 1,5 millones en la actualidad, un crecimiento que se ha multiplicado por cinco desde 1993, cuando este movimiento ganó su última batalla legal. No hay que olvidar que hasta hace bien poco la educación en casa era una actividad casi clandestina, sin ningún reconocimiento legal o respaldo jurídico. En 1983 nació la Asociación de Defensa de la Escuela en el Hogar, para promover el reconocimiento de esta alternativa desde el punto de vista legal y defender a las familias ante los tribunales. El crecimiento de sus partidarios en los países citados –es decir, de aquellos que están en desacuerdo con la educación que imparten los establecimientos públicos de enseñanza– ha llevado a jueces y fiscales a aceptar este modelo de formación al margen de las aulas.
Mientras que en EE.UU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda el homeschooling cuenta con un estimable porcentaje de adeptos y dispone de regulación, en Europa el Reino Unido actúa como punta de lanza, con más de 10.000 escolares que se forman en casa. En Francia se obliga a los padres “educadores” a respetar fielmente el programa nacional y a los inspectores a controlar los estudios de estos niños. En Italia, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Irlanda o Luxemburgo se reconoce el derecho de los padres a esta opción pedagógica, pero en Alemania la ley prohíbe el homeschooling –aunque crece cada año– y en Holanda las autoridades rechazan el 90 por ciento de solicitudes.
Esta práctica no está regulada en España ni tiene respaldo legal. Desde 1990 el sistema educativo contempla la “obligatoriedad” de la enseñanza hasta el final de la ESO, un principio recogido en la LOGSE que no ha variado con la Ley de Calidad. A pesar de que todo alumno cuya edad esté comprendida entre los 6 y los 16 años debe estar escolarizado, la Constitución reconoce el derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos, algo que, según los defensores del homeschooling, brinda suficiente fundamento jurídico para educarlos en el hogar. La Administración tiende a ejerce un control sobre estos niños “desescolarizados”, sobre todo para descartar una situación de desamparo del menor. Por ejemplo, en 1999 la Junta de Andalucía llevó a los tribunales a una familia almeriense cuyo hijo no acudía al colegio, pero el informe del fiscal no apreció indicios delictivos, al contrario, se comprobó que los padres dedicaban un tiempo razonable al aprendizaje del niño, que estaba perfectamente atendido.
Los métodos de enseñanza en casa son muy diversos, aunque por lo general, son los padres los encargados de desarrollar las “directrices educativas”. Chris vive en California y tiene tres niños que no van a la escuela; ella es la encargada de diseñar un programa educativo que incluye: estudiar matemáticas, español, leer, escribir cartas a amigos o aprender sobre personas, lugares y cosas. También hay espacio para nadar, montar en bicicleta, escalar, correr, cocinar y participar en coros. Además, toman clases de judo, arte, dibujo científico, ajedrez, costura, improvisación, biología marina y fotografía.
Xabier Alá, padre de tres niños de 12, 9 y 5 años y profesor de instituto en Cataluña, decidió hace tiempo iniciar el camino del homeschooling. Así, dos de sus hijos están matriculados en el colegio estadounidense “Clonlara School”, que brinda educación a distancia, y en el que Alà colabora como responsable en España. “Utilizamos todos aquellos recursos a nuestro alcance: bibliotecas, museos, exposiciones, conciertos, parques, zonas deportivas públicas, el entorno natural y urbano y las nuevas tecnologías… Tenemos también muchos libros en casa y habilidades e intereses complementarios que podemos aprovechar.”
Sobre la formación que puede adquirirse sin necesidad de acudir a un aula ordinaria opina David Kornegay, padre de dos hijas de 18 y 16 años que nunca han acudido a la escuela: “creo que son bastante cultas para su edad, algo que les viene sobre todo de su amplia lectura de clásicos y revistas, de las muchas conversaciones que hemos mantenido, de algunos viajes familiares y de nuestra insistencia en que llegasen a dominar dos idiomas al mismo nivel”. Kornegay es profesor en un pueblo de Sevilla y responsable de Crecer sin Escuela, un punto de encuentro para homeschoolers.
Aunque no existen estadísticas al respecto, según varias fuentes las familias que educan a sus hijos en casa son unas doscientas en toda España, un número que surge de la cantidad de miembros adscritos a las distintas asociaciones y redes de apoyo, entre ellas, la Asociación para la Libre Educación (ALE) –primera organización registrada en España de familias que educan en casa–, la sede en nuestro país de “Clonlara School” y la citada Crecer sin Escuela.
Descubrir más que enseñar“
El homeschooling no significa trasladar la escuela a casa”, aclara Kornegay. “Aunque hay padres que confeccionan un programa de contenidos, reproduciendo de alguna manera la metodología escolar, la mayoría dice preferir mayores grados de libertad, y dejar de lado el `enseñar´ para dar más espacio al `descubrir´ junto a sus hijos.” Estos alumnos suelen tener entre sus principales actividades los viajes y las visitas a museos, exposiciones, parques, conciertos, instalaciones deportivas, acontecimientos culturales y parajes naturales. En este sentido sus padres consideran que están más conectados con la realidad cultural de su comunidad y de su entorno que otros chicos.
La planificación de actividades que existe en la escuela tradicional se traduce en libertad y también en compromiso en el homeschooling. La norteamericana Chris habla sobre la forma en que aprenden sus hijos: “leemos muchos libros. Muchas veces hacemos arte basados en un libro que leemos, o buscamos la localización en un atlas, luego vienen otros libros sobre la zona, el país, o la etapa histórica... El año pasado alquilamos muchas películas clásicas y musicales. Después, los niños decidieron que querían leer los libros en los que se basaban esas películas, y discutíamos por qué el director había elegido dejar fuera partes o cambiar algo”.
En España es una práctica no regulada
John Holt, considerado uno de los precursores del homeschooling, cree que la ventaja de este método es que no requiere que “el padre se convierta en alguien diferente”, por ejemplo, en un profesor que vierte conocimiento sobre sus hijos de forma planificada. “Se vive y se enseña a la vez, utilizando preguntas e intereses cuando vayan surgiendo, es la manera en que aprendemos antes de empezar la escuela y después de dejarla, cuando entramos en el mundo del trabajo. Ciertamente estos intereses pueden llevar a leer textos, tomar cursos, o hacer proyectos, pero la diferencia esencial es que estas actividades son elegidas y en ellas se compromete libremente el estudiante.”
Los padres de estos alumnos “desescolarizados” argumentan que, por ejemplo, la lectura o hacer ecuaciones no son procesos “naturales” y que los niños aprenden cuando para ellos tiene sentido hacerlo y no cuando alcanzan una edad determinada o cuando están obligados. De ahí que no sea inusual encontrar homeschoolers que tienen apenas ocho años y estudian astronomía, y que con diez comienzan a aprender a leer.
Esta opción educativa implica una nueva organización de la vida familiar. Los padres no se limitan a ejercer de profesores unas horas por día, sino que todas las experiencias son aprovechadas para aprender, lo que requiere mucha dedicación. El hecho de elegir esta opción en la mayoría de los casos implica que “el padre o la madre renuncian a un trabajo remunerado fuera de casa para atender las necesidades de educación de sus hijos”, según explica Azucena Caballero, presidenta de ALE. Sin embargo, el principal obstáculo para educar en casa se encuentra en la reacción del entorno de la familia y de una sociedad “en la que todo se delega” y a la que le cuesta entender que alguien asuma este tipo de responsabilidad.
Dudas sobre la escuela tradicional
La mayoría de estos padres se inclina por una formación integral lograda a partir del “placer de aprender”. Muchos están a favor de la libertad educativa.
En la comunidad de homeschoolers hay diferentes ideologías, creencias, metodologías y fundamentos. Fueron los grupos religiosos conservadores quienes primero adoptaron esta modalidad educativa en Estados Unidos, aunque hoy son muchas las familias de toda inclinación religiosa y política las que escogen este tipo de educación para sus hijos. Tanto los responsables de ALE como de “Clonlara School” indican que un porcentaje importante de familias ha llegado a la escuela en casa después de experiencias traumáticas en la escolarización de los hijos. Estudios realizados por el Instituto Nacional de Investigación sobre la Educación en el Hogar de Salem (Oregón) indican que la religión es una de las principales razones de esta opción pedagógica, aunque también cuentan otros motivos como dudas sobre la calidad académica de los colegios tradicionales, la preferencia de una educación individualizada, el estrechar los lazos familiares o mitigar la influencia negativa de otros compañeros.
La mayoría de estos padres se inclina por una formación integral lograda a partir del “placer de aprender”. Muchos están a favor de la libertad educativa, y en contra del sistema público tradicional. Lo confirman los catalanes Anna y Josep, –pioneros padres homeschoolers de 15 hijos, el mayor de los cuales tiene hoy 30 años–, que decidieron educar en casa por “no encontrar escuelas realmente laicas, no consumistas y respetuosas con la diversidad de pensamiento”.
Azucena Caballero apunta que en España “prácticamente todas las familias que educan en casa tienen en general un nivel cultural medio-alto, y sienten como propio el derecho de educar a sus hijos sin tener que delegar de forma obligatoria en el Estado”. En general, dentro del movimiento homeschooler a nivel mundial, son muchos los padres que cuestionan seriamente no sólo la calidad del sistema educativo tradicional, sino la escuela misma, tanto pública como privada. “Los alumnos –dicen– terminan siendo unos expertos en aprobar exámenes, pero no lo son necesariamente en conocimientos o cultura”. Un grupo de familias adscrito a ALE piensa que el principal problema de la escuela radica “en la metodología obligada por la estructura escolar, que implica el contacto sólo con iguales durante la mayor parte del día, la obligación de seguir el ritmo y la secuencia de aprendizaje que decide el enseñante, sin poder atender los intereses personales”. Otros consideran que “probablemente el papel social más importante que cumple la escuela es de servicio de guardería”.
Sobre el rendimiento escolar de estos alumnos “desescolarizados” circulan muchas teorías, aunque los padres homeschoolers sólo observan virtudes en sus hijos: desarrollo de la creatividad, espíritu crítico, ausencia de miedo a fracasar, ingenio para afrontar situaciones nuevas, y capacidad de comprensión y comunicación de igual a igual con personas de todas las edades. Algunos estudios llevados a cabo en Estados Unidos apuntan que estos niños obtienen resultados muy superiores al promedio nacional en las pruebas a las que se les somete, pero otras investigaciones señalan que sus padres hacen pasar a sus hijos por dichas pruebas cuando están seguros de que las superarán con éxito
La socialización
Los padres homeschoolers comentan que la primera objeción que plantean las personas cuando se les dice que ellos educan a sus hijos en casa es la cuestión de la socialización. Muchos pensadores coinciden en que la escuela significa el primer contacto del niño con la sociedad. En este sentido se dice que la escuela cumple una función de socialización, lo que significa que reproduce ciertos valores, conocimientos y formas de comportamiento en los miembros de la sociedad para contribuir a la reproducción de ésta. Anna y Josep creen que “desde siempre, los niños se han socializado tratando con niños de diferentes edades, adultos y ancianos de su entorno. La socialización a través de iguales de la misma edad, –la que se da en la escuela– es relativamente moderna y no ha demostrado ser mejor que la otra”.El capítulo de la socialización parece preocupar más a sus interlocutores que a los propios padres de estos chicos. Dado que las actividades de los homeschoolers implican una multiplicidad de actividades en distintos ámbitos, los padres destacan que los niños “desescolarizados” suelen relacionarse con bastantes más personas que los niños que van a la escuela. La Asociación para la Libre Educación confirma estas vivencias y agrega que “prácticamente todas las familias que educan en casa creen que sus hijos tienen más habilidades sociales que los niños escolarizados por cuanto se relacionan con más naturalidad con personas de todas las edades”.
EUROPA, UNA VISIÓN DESIGUAL
Mientras que en EE.UU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda el homeschooling cuenta con un estimable porcentaje de adeptos y dispone de regulación, en Europa el Reino Unido actúa como punta de lanza, con más de 10.000 escolares que se forman en casa. En Francia se obliga a los padres “educadores” a respetar fielmente el programa nacional y a los inspectores a controlar los estudios de estos niños. En Italia, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Irlanda o Luxemburgo se reconoce el derecho de los padres a esta opción pedagógica, pero en Alemania la ley prohíbe el homeschooling –aunque crece cada año– y en Holanda las autoridades rechazan el 90 por ciento de solicitudes.
Esta práctica no está regulada en España ni tiene respaldo legal. Desde 1990 el sistema educativo contempla la “obligatoriedad” de la enseñanza hasta el final de la ESO, un principio recogido en la LOGSE que no ha variado con la Ley de Calidad. A pesar de que todo alumno cuya edad esté comprendida entre los 6 y los 16 años debe estar escolarizado, la Constitución reconoce el derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos, algo que, según los defensores del homeschooling, brinda suficiente fundamento jurídico para educarlos en el hogar. La Administración tiende a ejerce un control sobre estos niños “desescolarizados”, sobre todo para descartar una situación de desamparo del menor. Por ejemplo, en 1999 la Junta de Andalucía llevó a los tribunales a una familia almeriense cuyo hijo no acudía al colegio, pero el informe del fiscal no apreció indicios delictivos, al contrario, se comprobó que los padres dedicaban un tiempo razonable al aprendizaje del niño, que estaba perfectamente atendido.
La educación, tarea colectiva
La escuela en casa genera también ambigüedad y críticas muy adversas. Una encuesta realizada en 1997 por el Instituto Gallup destacaba que el 57 por ciento de los norteamericanos veía “no conveniente” este tipo de educación. “Los programas de enseñanza en el hogar no pueden brindar al alumno una formación completa”, señalan también los responsables de la Asociación de Educación Nacional de Estados Unidos, país donde la Asociación Nacional de Directores de Escuelas Primarias ha advertido sobre la responsabilidad de los padres “no sólo en los resultados académicos, sino también en el desarrollo social y emocional” de sus hijos.
Aquí en nuestro país el homeschooling genera también opiniones negativas. Según Miguel Recio, responsable de Política Educativa y Estudios de la Federación de Enseñanza de CC.OO. “el movimiento a favor de la desescolarización está protagonizado en los países desarrollados por familias de alto nivel económico, para las que la escuela no es un lugar de acceso a oportunidades, ya que el entorno familiar se las facilita. Estas familias critican una educación que no es personalizada, que no respeta la atención a la diversidad y en la que la participación de los padres es escasa y poco efectiva”. Recio cree que la alternativa individual no es la solución. “Para una adecuada socialización –agrega– es fundamental el grupo de iguales. Para la educación la familia es necesaria, pero no suficiente. Tiene derecho a exigir las mayores cotas de participación e intervención en la escuela, lo que está recogido en el artículo 27 de la Constitución, pero la educación es una tarea colectiva y se da en ese entorno privilegiado de experiencias llamado escuela, colegio o instituto”.No sólo contenidos
De forma similar opina Alfonso Hervás, vicepresidente de la FAPA "Francisco Giner de los Ríos”, quien considera que los objetivos de la educación obligatoria no son sólo el aprendizaje de una serie de contenidos científicos y humanísticos. “Algunas familias podrían llegar a pensar, con razón, que si sólo importa ese nivel de conocimientos, sus hijos ganarían tiempo estudiando en su propia casa, bien asistidos por sus propios padres o por profesores tutores particulares (pagados por esas mismas familias), bien a través de medios informáticos. Pero por encima de esos conocimientos –añade-, el objetivo de la educación obligatoria es la socialización del individuo para permitir su plena integración en la sociedad. Ha sido un logro de la civilización el considerar la educación un derecho de la infancia. Ese derecho no puede arrebatárseles a los niños y las niñas en nombre de la libertad de los padres: pueden elegir a qué colegio les mandan, pero no si les mandan o no”.
Para José Pérez Iruela, secretario de Enseñanza Pública de FETE-UGT, muchos de los padres que deciden convertir el hogar familiar en escuela para sus hijos, al margen de los centros y del sistema educativo, aducen como razón la eficacia de este método porque suponen que su ayuda es más beneficiosa para el desarrollo cognitivo de los niños. “Esta idea –dice– no está exenta de cierto clasismo porque recuerda a la nobleza que contaba con sus propios tutores para los niños. A pesar de la desaparición de este tipo de segmentación social, sigue habiendo padres que creen que el grupo será negativo para su hijo”. FETE-UGT considera que la socialización no se puede reducir al ámbito de la familia. “La vida de unos niños con otros es enriquecedora; además los profesores desempeñan un papel fundamental en edades tempranas puesto que los niños crean parte de su mundo a través de los adultos.” Pérez Iruela considera que los horarios escolares acostumbran a los menores a crear una disciplina en cuanto a distribución del trabajo y el ocio, las tareas les enseñan a ser responsables con su propio trabajo. ”Un niño que no cuente con el contacto social de otros niños y adultos será como mínimo un niño socialmente inadaptado.”
* Artículo publicado en la Revisa MUFACE Nº 192 otoño 2003 null"
6 comentarios
ceferina -
anta-ca@hotmail.com
Magda -
El enlace para el voto http://www.bigblogexchange.org/blog/202001
el enlace hacia nuestro blog y mas explicaciones http://uncoindeterrelibredecole.blogspot.fr/2013/03/uncoin-de-terre-au-big-blog-exchange.html
Muchas gracias , Magda y Zoé.
AMARANTO -
deybirt yurieth paniagua sanches -
Pastor Yozzia -
Quisiera saber del "homeschooling" en Argentina.
Jesuseselcamino@gmail.com
dayana -